En 2021, coincidiendo con el 80 aniversario de la amazona favorita de todos, DC publicó la serie limitada “Sensational Wonder Woman”, que se...

She´s a sensation: “Sensacional Wonder Woman”

En 2021, coincidiendo con el 80 aniversario de la amazona favorita de todos, DC publicó la serie limitada “Sensational Wonder Woman”, que se extendió a lo largo de 14 entregas y un especial publicados como “Digital First”, es decir, en versión digital. Más tarde ese mismo año, se reunieron todas las entregas en siete números más un especial publicados en papel. Al año siguiente Ovni Press recopiló estos números en un lindo librito que hemos leído recientemente y pasamos a comentar con extrema brevedad.

 

La colección convocó a una verdadera legión de autores para que hicieran una historia breve protagonizada por la amazona, las que varían su extensión entre 10 o 20 páginas. Ya sea en equipo creativo o como autor integral, todos cuentan una aventura con Diana como protagonista en las más variadas situaciones. Algunos enfrentamientos con enemigos recurrentes de Wonder Woman como el Dr. Psycho, Blue Snowman, La Abeja Reina, Silver Swan, Giganta o la Dra. Poison, otros con villanos del Unvierso DC como Mongul o Mr. Freeze, encuentros con otros personajes de la casa como la nueva versión de Myndi Mayer o Bruce Wayne, más algún que otro Team-Up como los que tiene con Hawkgirl y Dr. Fate. Obviamente Themyscira y las amazonas están presentes, como así también algún enfrentamiento con Artemis. Otros autores prefieren recorrer senderos diferentes y se centran en el impacto que la presencia de Diana causa a las personas corrientes, en cómo su accionar (Y, a veces, su mera presencia) puede virar el curso de los hechos y en el rol de emisaria y pacifista que la Princesa cumple en el mundo de los hombres.




La mayoría de las y los autores involucrados son jóvenes y, lejos de lo que esperaba para esta colección, no se detienen a repasar la trayectoria de Diana, ni a volver sobre pasajes clásicos de su vida editorial, y tampoco hacen hincapié en las bases o fundamentos que fueron dando forma al personaje y su universo, cosas que generalmente se suelen ver en las colecciones de este tipo, especialmente cuando están destinadas a celebrar aniversarios. En cambio, traen sus propias inquietudes correspondientes a los tiempos que corren, con las que buscan en algunos casos visibilizar a las minorías, pero sin olvidar que es un cómic de superhéroes destinado al entretenimiento. Así, vemos a Diana enfrentar a una enemiga que se define como no binaria, o ayudar a una mujer que forjó su vida en torno a su apariencia y lo que se esperaba de ella, o apoyar a un jovencito que decide ir a la escuela disfrazado de Wonder Woman para el día “Sé un héroe” organizado por la institución, siendo objeto de las burlas de todos sus pares, algo de bajada de línea ecologista y situaciones similares. Por supuesto, para los lectores que seguimos al personaje desde el milenio pasado, también hay historias de pura lucha superheroica y otras donde se resalta el rol y la importancia de Diana, así como su forma de encarara los conflictos desde la bondad y el amor, tal como lo veíamos en la Wonder Woman de Pérez y compañía.




Los creativos involucrados son muchísimos como para mencionarlos a todos (O sea, no quiero escribir tanto), pero entre ellos se encuentra gente como Stephanie Phillips, Meghan Hetrick, Bruno Redondo, Andrea Shea, Colleen Doran, Dani (También conocida como Dani Strips, dibujante griega con una onda Frank Miller que fue de lo que más me gustó), Corinna Bechko, Sina Grace, Paul Pelletier, Scott Kolins y muchos más.

Como sucede siempre en las colecciones en que los equipos creativos cambian constantemente, el resultado termina siendo dispar, con trabajos sobradamente buenos, otros que están bien y el resto que logran ser apenas anecdóticos (Desde la propia subjetividad, claro está). Pero se redondea una colección entretenida que me dio la posibilidad de ver el trabajo de muchos historietistas a los que no conocía y repasar la versión de Diana de gente a la que no tenía en el radar. Linda edición de Ovni, que incluye muchas de las portadas variantes que se utilizaron en la colección.

 


 

“Creo que nos llevamos bien porque éramos similares. Mujeres con una carrera, solteras, sin maridos. Ella me enseñó a no tener miedo. A superar mis límites.”

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Hacía mucho que no me divertía tanto con una Historieta de superhéroes como me pasó con este primer volumen de los Superhijos, que son Jonat...

Nueva generación: “Superhijos: Cuando sea mayor”

Hacía mucho que no me divertía tanto con una Historieta de superhéroes como me pasó con este primer volumen de los Superhijos, que son Jonathan Kent, alias Superboy, y Damián Wayne, alias Robin. El presente tomo fue publicado por la efímera y ya desaparecida “ECC Argentina” en 2018 y reúne las cinco primeras entregas del título publicadas por DC en 2017.

Jon y Damian tiene distintas realidades y situaciones familiares, mientras Jon crece con el amor de su familia y asiste a la escuela donde tiene amigos, Damian tiene una relación distante con su padre (Por elección de ambas partes), estudia en la mansión y se relaciona solo con otros superhéroes porque forma parte de los Teen Titans. Mientras que Jon aún está desarrollando y descubriendo sus poderes, Damian es un guerrero consumado, extremadamente hábil y letal. Ambos tienen que contener sus capacidades, Jon para no exponer sus poderes y la doble identidad de su padre y Damian porque, al cuidado de Bruce, tiene prohibido matar (Algo que era moneda corriente para él cuando vivía con su madre y la liga de las sombras).

Una noche en que Batman prohibe que Robin salga a patrullar con él por no haber completado sus estudios del día, Damian, frustrado y enojado, decide escaparse para resolver el misterio de un robo de tecnología en Lexcorp pero, en lugar de ir solo, decide forzar a Superboy a que lo acompañe, con la excusa de que Metrópolis es la ciudad de Clark y eventualmente será su responsabilidad.




A escondidas de sus progenitores escapa el dúo y van a Lexcorp donde son interceptados por el mismísimo Lex Luthor en su rol de Superman, pero Damian usa a Superboy para distraer a Lex y logra entrar al edificio con el tiempo suficiente para encontrar la info que buscaba y plantar bombas que permitan su huida. Con la data recolectada, descubren que lo robado del laboratorio de Lex fue una armadura Amazo y el ladrón fue un niño al que se ponen a buscar. Llegan a localizarlo y se enteran de que tanto él como su familia fueron afectados por el virus Amazo (Una epidemia que otorgaba poderes transitorios, pero, una vez solucionado el asunto, algunas personas conservaron los dones). Rastrean al muchacho para descubrir que tiene a su familia secuestrada y sufre delirios de dominación, con la armadura Amazo sus poderes se multiplican y tiene a su disposición mucha tecnología. Los jóvenes superhéroes se verán obligados a enfrentar a duplicados robóticos de sus padres, al propio “Kid Amazo”, intentar rescatar a la familia de este, escapar de la furia de Luthor, tratar de llevarse bien y volver a casa antes que noten sus ausencias…




 

La obra está escrita por Peter J. Tomasi que no busca otra cosa más que hacer una Historieta divertida y centrada en los personajes, lo que logra con creces. Más allá de la aventura, que está bien planteada y llevada, el fuerte de la historia es la relación entre Damian y Jon, en cómo se la pasan discutiendo, atacándose verbalmente, pero también colaborando y ayudándose mutuamente. Jon intenta todo el tiempo hacer entrar en razón a Robin, volver sobre sus pasos e involucrar a sus padres, retomar el sentido común y actuar de acuerdo con la edad que tienen, pero Damian es una persona decida que, tal como su padre, tiene planes trazados para salir y resolver cualquier situación, lo que muchas veces conlleva usar a Superboy como escudo o válvula de escape, logrando enfadar cada vez más a Jon. Tanto el enfrentamiento con Kid Amazo como la dinámica del dúo de protagonistas, son situaciones trilladas que hemos visto anteriormente en cientos de historias, sin embargo, hay cierta frescura en cómo Tomasi encara a los personajes, en la caracterización que hace de ellos, en el manejo de los diálogos y el ritmo que tiene toda la Historieta.

Las primeras cuatro entregas están dibujadas por Jorge Jiménez y su trabajo hace que el guion de Tomasi funcione a la perfección. Jiménez es un dibujante generoso, que no escatima esfuerzos y pone toda la carne al asador en este trabajo con buena narrativa, escenarios acertados y un diseño de personajes algo clásico, pero cargado de una expresividad propia que, tal como decíamos del guion, carga de frescura y novedad a personajes ya vistos muchas veces en todas las situaciones imaginables. Mención aparte merece el diseño de los niños que pueblan estas páginas y principalmente los de Superboy y Robin. Porque, si bien mantiene un registro real y proporcionado para todos los adultos que aparecen, con los infantes juega de otra forma, con cuerpos flacos de extremidades largas, pero con cabezas desproporcionadamente grandes, en las que dibuja ojos y bocas también grandes, pero variando los tamaños dependiendo de las necesidades expresivas. Lejos de desentonar con el resto de los diseños o de hacer ruido por alejarse del registro real que impera en lo demás, estos maravillosos diseños mejoran todo y le dan más libertad a Jiménez para jugar con los enfoques, la expresividad, la fluidez de movimientos, la narrativa, etc… Jorge descansa en la quinta entrega y ahí entra Alisson Borges a cubrirlo, respetando los diseños precedentes y, aunque el resultado no es el mismo, pone mucho esmero en la puesta en página, diseñando interesantes páginas dobles por las que se van desplazando los personajes y logrando  un resultado cercano al establecido.



 

Esta Historieta tuvo tan buena recepción por parte de los lectores que rápidamente fue adaptada en largometraje animado (No este argumento puntualmente, pero sí sus protagonistas y el tono en la relación que se ve aquí), y la recomendamos entusiastamente al tiempo que nos ponemos a buscar su continuación enseguida… Up, up… and away!!!



 

  “No, te llamas Superboy, así que vete olvidando de acostarte a tu hora… Y sé un super.”

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Son muchas las cuentas pendientes que tenemos en nuestra vida como lector de Historietas y una de ellas era acercarnos a la obra de Phillipp...

Eterna y fatal: “La noche”

Son muchas las cuentas pendientes que tenemos en nuestra vida como lector de Historietas y una de ellas era acercarnos a la obra de Phillippe Druillet. Por supuesto que teníamos algunos conocimientos básicos sobre su vida y trabajo porque, como suele decirse, su fama le precede. Habíamos leído fragmentos de trabajos suyos en revistas antológicas como Cimoc o la versión española de la Metal Hurlant, y también conocíamos algo de su importancia en el medio, no solo como historietista sino también como miembro fundador de “Les Humanoïdes Associés”, junto a Jean-Pierre Dionnet, Bernard Farkas y Jean Giraud, con la consecuente aparición de la célebre “Metal Hurlant” y todo lo que esta importante publicación trajo a colación. Sabíamos de lo firme que se mantenía en sus decisiones estéticas con respecto a sus obras, revelándose a imposiciones editoriales, como así también cierta condición críptica o inaccesible en sus trabajos. Tal vez por ese preconcepto, equivocado quizás, fue que demoramos tanto en acercarnos a Druillet, a pesar de tener algunas Historietas suyas en la pila de lectura pendiente. Pero como nunca es tarde y más vale tarde que nunca, quisimos a leer uno de sus trabajos más famosos y le entramos a “La Noche”, publicada originalmente en 1976 cuando el autor atravesaba uno de los momentos más oscuros y difíciles de su vida.




Poca información teníamos a la hora de encarar el libro, sabíamos que Druillet se había prodigado en la ciencia ficción y que la obra se había publicado originalmente en la “Metal Hurlant”, que también explotaba el mencionado género. Pero, al pasar la portada y encontrarnos con un breve escrito del autor como dedicatoria, recibimos una directa trompada al mentón que nos desestabilizó totalmente por lo inesperado del mismo. Nicole, la mujer de Druillet, murió ese año después de una larga y dolorosa lucha contra el cáncer. Se comenta que las primeras páginas de esta Historieta el autor las dibujó en una habitación de hospital mientras acompañaba a su mujer en su agonía y, tras el desenlace fatal, el destino de la obra viró junto con los sentimientos del artista. Esa dedicatoria es un vómito de rabia y dolor extraordinariamente lúcido, en el que reevalúa a la muerte y el negocio que la circunda, tratándonos a los lectores (Y a todo el mundo) de “cadáveres latentes”. Supongo que habrá tantas experiencias con la lectura como lectores que las realizan y, en mi caso, estas palabras me dejaron temblando y con las emociones completamente modificadas para encarar la obra.

La historia es bastante simple, en el futuro el planeta vive una situación post apocalíptica (No se aclara si es la Tierra u otro planeta). Hay distintas clases de sobrevivientes, muertos vivientes pandilleros que se agrupan en bandas y recorren la noche en motos voladoras, subsisten a base de drogas gracias a las cuales no necesitan otro alimento, pero estas drogas no son tan fáciles de conseguir. Por otra parte, hay una fuerza policial que les de caza y, al atraparlos, los matan y comen su carne. Esta fuerza declama mantener a los pandilleros a raya para que reine la paz en la ciudad en favor de otros habitantes que nunca se ven. Todos están obligados a moverse de noche porque, durante el día, la temperatura es mortalmente elevada y llueve fuego del cielo.

Heintz es el líder de “Los Leones”, una de las pandillas que sufre la escasez de droga, por lo que deciden tomar por la fuerza el “Depósito azul”, una suerte de montaña donde hay una enorme cantidad de suministros. Sin embargo, son capturados por la policía y pierden a varios de sus integrantes. Batalla mediante logran escapar y buscan la unidad de todas las pandillas de la ciudad para aumentar sus fuerzas y así poder adueñarse del Depósito Azul. Después de algunas rencillas logran su objetivo de unidad y parten a su destino, pero antes deben enfrentar a la policía que se interpone en gran número. La guerra deja a muchos en el camino, aun así, logran llegar a las cercanías del Depósito, aunque el último tramo está plagado de trampas alucinatorias que complican la llegada. Junto con el despuntar del alba arriban al Depósito y la desesperación por una dosis que calme el dolor hace que muchos no se protejan, justo cuando son atacados por “los pálidos”, unas luces voladoras que los aniquilan con rayos solares. Nunca están seguros si lo que los rodea es real o alucinaciones producto de los estupefacientes (o la falta de ellos), pero siguen avanzando y dejando miembros en el camino, al tiempo que intentan hacer frente a los pálidos…

 


En lo superficial la historia es simple, lineal y es imposible suponer hacía donde iba originalmente antes del impacto ocasionado por el fallecimiento de su esposa, pero por debajo de lo que se cuenta están todo el tiempo presentes la muerte y el dolor. El planeta es yermo, la luz solar, fuente de vida, es aquí sinónimo de muerte, los pandilleros muertos vivientes están en descomposición y cayéndose a pedazos, la policía usa armaduras negras, parecen verdugos y vampirizan a sus víctimas, las construcciones que permanecen en pie están semi destruidas, se busca la droga como una forma de supervivencia que ayuda a evadir la realidad, se vive bajo tierra para escapar de la lluvia de fuego y la violencia es la forma de comunicación más efectiva. La carrera de los Leones y el resto de las pandillas es vertiginosa, plagada de decesos, desesperante y contra reloj, con la muerte en ciernes todo el tiempo, ahogándolo todo sin concesiones ni treguas. Nada ni nadie queda en pie, tal como nos dice en el texto que precede a la historia, los personajes, sin saberlo, son todos cadáveres latentes esperando su inexorable final. 

El dibujo crea un mundo desolador que mezcla metal con carne pútrida, poblado de seres extraños, en destrucción constante, con unas páginas inundadas de detalles que fuerzan al lector a detenerse para poder absorber todo lo que cuentan. Plasma la constante presencia de la muerte de formas explícitas y terribles, como así también la hostilidad de la naturaleza con sus tormentas de fuego y tornados cortantes. Sobre el final, en unas splash pages memorables que son parte de alucinaciones que tienen los pandilleros, interviene unas bellísimas fotos de Nicole que conmueven profundamente y contraponen su belleza con el horror del que venimos siendo testigos.

Creo que ya lo dije en algún podcast, pero repito porque aplica en este caso. A las obras nos acercamos tanto intelectual como emocionalmente, sin embargo, siempre prima alguna de las dos opciones sobre la otra. En líneas generales disfruto mucho más de las obras que me fuerzan a entregarme emocionalmente, en este caso y después del impacto que me causo el texto inicial, la lectura resultó un torbellino emocional tan fuerte que este pobre intento de poner en palabras lo vivido prácticamente carece de sentido y, por supuesto, no le hace ninguna justicia a la obra. Quedan invitados a vivenciarlo de primera mano…

 


 

“Hay otras cosas que turban mis ideas… Hasta ahora me he reído cuando rondaba la muerte… Y hoy tengo miedo...”

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