Hacía mucho que no me divertía tanto con una Historieta de superhéroes como me pasó con este primer volumen de los Superhijos, que son Jonat...

Nueva generación: “Superhijos: Cuando sea mayor”

Hacía mucho que no me divertía tanto con una Historieta de superhéroes como me pasó con este primer volumen de los Superhijos, que son Jonathan Kent, alias Superboy, y Damián Wayne, alias Robin. El presente tomo fue publicado por la efímera y ya desaparecida “ECC Argentina” en 2018 y reúne las cinco primeras entregas del título publicadas por DC en 2017.

Jon y Damian tiene distintas realidades y situaciones familiares, mientras Jon crece con el amor de su familia y asiste a la escuela donde tiene amigos, Damian tiene una relación distante con su padre (Por elección de ambas partes), estudia en la mansión y se relaciona solo con otros superhéroes porque forma parte de los Teen Titans. Mientras que Jon aún está desarrollando y descubriendo sus poderes, Damian es un guerrero consumado, extremadamente hábil y letal. Ambos tienen que contener sus capacidades, Jon para no exponer sus poderes y la doble identidad de su padre y Damian porque, al cuidado de Bruce, tiene prohibido matar (Algo que era moneda corriente para él cuando vivía con su madre y la liga de las sombras).

Una noche en que Batman prohibe que Robin salga a patrullar con él por no haber completado sus estudios del día, Damian, frustrado y enojado, decide escaparse para resolver el misterio de un robo de tecnología en Lexcorp pero, en lugar de ir solo, decide forzar a Superboy a que lo acompañe, con la excusa de que Metrópolis es la ciudad de Clark y eventualmente será su responsabilidad.




A escondidas de sus progenitores escapa el dúo y van a Lexcorp donde son interceptados por el mismísimo Lex Luthor en su rol de Superman, pero Damian usa a Superboy para distraer a Lex y logra entrar al edificio con el tiempo suficiente para encontrar la info que buscaba y plantar bombas que permitan su huida. Con la data recolectada, descubren que lo robado del laboratorio de Lex fue una armadura Amazo y el ladrón fue un niño al que se ponen a buscar. Llegan a localizarlo y se enteran de que tanto él como su familia fueron afectados por el virus Amazo (Una epidemia que otorgaba poderes transitorios, pero, una vez solucionado el asunto, algunas personas conservaron los dones). Rastrean al muchacho para descubrir que tiene a su familia secuestrada y sufre delirios de dominación, con la armadura Amazo sus poderes se multiplican y tiene a su disposición mucha tecnología. Los jóvenes superhéroes se verán obligados a enfrentar a duplicados robóticos de sus padres, al propio “Kid Amazo”, intentar rescatar a la familia de este, escapar de la furia de Luthor, tratar de llevarse bien y volver a casa antes que noten sus ausencias…




 

La obra está escrita por Peter J. Tomasi que no busca otra cosa más que hacer una Historieta divertida y centrada en los personajes, lo que logra con creces. Más allá de la aventura, que está bien planteada y llevada, el fuerte de la historia es la relación entre Damian y Jon, en cómo se la pasan discutiendo, atacándose verbalmente, pero también colaborando y ayudándose mutuamente. Jon intenta todo el tiempo hacer entrar en razón a Robin, volver sobre sus pasos e involucrar a sus padres, retomar el sentido común y actuar de acuerdo con la edad que tienen, pero Damian es una persona decida que, tal como su padre, tiene planes trazados para salir y resolver cualquier situación, lo que muchas veces conlleva usar a Superboy como escudo o válvula de escape, logrando enfadar cada vez más a Jon. Tanto el enfrentamiento con Kid Amazo como la dinámica del dúo de protagonistas, son situaciones trilladas que hemos visto anteriormente en cientos de historias, sin embargo, hay cierta frescura en cómo Tomasi encara a los personajes, en la caracterización que hace de ellos, en el manejo de los diálogos y el ritmo que tiene toda la Historieta.

Las primeras cuatro entregas están dibujadas por Jorge Jiménez y su trabajo hace que el guion de Tomasi funcione a la perfección. Jiménez es un dibujante generoso, que no escatima esfuerzos y pone toda la carne al asador en este trabajo con buena narrativa, escenarios acertados y un diseño de personajes algo clásico, pero cargado de una expresividad propia que, tal como decíamos del guion, carga de frescura y novedad a personajes ya vistos muchas veces en todas las situaciones imaginables. Mención aparte merece el diseño de los niños que pueblan estas páginas y principalmente los de Superboy y Robin. Porque, si bien mantiene un registro real y proporcionado para todos los adultos que aparecen, con los infantes juega de otra forma, con cuerpos flacos de extremidades largas, pero con cabezas desproporcionadamente grandes, en las que dibuja ojos y bocas también grandes, pero variando los tamaños dependiendo de las necesidades expresivas. Lejos de desentonar con el resto de los diseños o de hacer ruido por alejarse del registro real que impera en lo demás, estos maravillosos diseños mejoran todo y le dan más libertad a Jiménez para jugar con los enfoques, la expresividad, la fluidez de movimientos, la narrativa, etc… Jorge descansa en la quinta entrega y ahí entra Alisson Borges a cubrirlo, respetando los diseños precedentes y, aunque el resultado no es el mismo, pone mucho esmero en la puesta en página, diseñando interesantes páginas dobles por las que se van desplazando los personajes y logrando  un resultado cercano al establecido.



 

Esta Historieta tuvo tan buena recepción por parte de los lectores que rápidamente fue adaptada en largometraje animado (No este argumento puntualmente, pero sí sus protagonistas y el tono en la relación que se ve aquí), y la recomendamos entusiastamente al tiempo que nos ponemos a buscar su continuación enseguida… Up, up… and away!!!



 

  “No, te llamas Superboy, así que vete olvidando de acostarte a tu hora… Y sé un super.”

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