Hoy vamos a dejar de lado un poco las viñetas para comentar una de las que yo considero lecturas complementarias. Textos que, sin ser histor...

Lazos familiares: “Mi padre y yo - Conversaciones con Enrique Breccia”

Hoy vamos a dejar de lado un poco las viñetas para comentar una de las que yo considero lecturas complementarias. Textos que, sin ser historietas, están estrechamente vinculados con el medio. Ya lo hicimos hace un tiempo cuando comentamos “Del Panteón a Buenos Aires”, libro que recopila relatos breves del Maestro René Goscinny (Y que pueden leer acá: https://www.facebook.com/Historiasenvinetas/posts/404451766842364), o cuando hablamos de la lectura del libro “Los Oesterheld” en el podcast de Archivo de Cómics (Y que compartimos por aquí: https://www.facebook.com/Historiasenvinetas/posts/790289644925239). En esta oportunidad hemos leído el libro “Mi padre y yo” de Gonzalo Santos, editado el año pasado por Santiago Arcos editor.

Según cuenta Gonzalo Santos, su idea era hacer un libro que arme el árbol genealógico de la familia Breccia investigando aquello que Alberto denominaba como “el gen maldito”, que era lo que llevaba a todos los Breccias a ser dibujantes. De hecho, avanzó bastante en esa línea tomando contacto con familiares lejanos, algunos que quizás ni siquiera sabían que estaban vinculados a la familia de artistas y que, sin embargo, también se habían dedicado al dibujo o tenían talento para la tarea. Pero cuando llegó el momento de entrevistar a Enrique, se encontró con una mina de oro que lo obligó a cambiar sus planes. Durante seis días consecutivos estuvo charlando con el historietista, recorriendo su vida y hablando de todos los temas, charlas que se transformaron en el presente libro.
El libro se divide en seis capítulos, uno por cada día de charla y repasa la vida de Enrique, su infancia, su familia, la relación con Alberto, la carga del apellido, su concepción del arte, su amor por los caballos, por las mujeres, su militancia política, su obra, su relación con el medio, la muerte de su madre, sus creencias, la relación con sus exmujeres y sus hijos, etc…
Enrique siempre ha sido una persona algo reacia a las entrevistas y, cuando ocasionalmente accede a ellas, da la sensación de estar contenido en todo momento, como midiendo sus declaraciones. Por el contrario, en este libro habla con absoluta libertad y sin pelos en la lengua tocando temas tanto triviales como difíciles. Así ahonda en su problemática infancia, recordando los palazos que le propinaba su madre, el ser tomado constantemente como el chivo expiatorio de todos los problemas del hogar, la ausencia de la figura paterna y sus constantes escapadas de la casa familiar. Sus primeros y tortuosos dibujos, la creación de colores para dibujar obtenidos de diferentes flores y su contacto con los marginados. Las dificultades que tuvo con las instituciones educativas y los actos vandálicos que cometió en ellas y en el barrio.




Conforme va avanzando la charla, aparece constantemente la relación con su padre a quien define como un vampiro, y cuenta como lo ayudó en muchas obras, haciendo incluso viñetas completas, por las que nunca obtuvo crédito o reconocimiento por parte de Alberto. Y aparece allí una especia de competencia o rivalidad que su padre tenía para con él de la que, según cuenta, jamás se hizo eco, pero que hacía que Alberto tuviera algunas actitudes despectivas con su hijo. Se deja entrever en sus palabras una notable carga de rencor en el recuerdo de su padre, no sólo por haberse abocado a su trabajo descuidando su rol en la familia, sino también por las actitudes antes mencionadas, por cómo se comportó durante el padecimiento de su madre, la diferencia que hacía entre él y sus hermanas, por haber establecido relación con otra mujer a la que en todos los casos hace referencia como “puta”, etc… Pero principalmente, por haber tenido que estar a la sombra del legado que dejó Alberto. Algo que es cierto, pero injusto. Alberto fue un artista único e inigualable, pero también lo es Enrique, y ser un Breccia hace que siempre lo relacionen y comparen con su progenitor, cuando el realizó su propio camino, con estilo(s) e identidad propia.
Cuenta también su amor por la vida campestre, su incontenible pasión por las mujeres, sus recorridas por distintos lugares del mundo, como la militancia lo llevó a tener cargo político, su amor por Argentina y su ferviente deseo de volver al país…
Cuando esté libro salió a la luz, todas estas declaraciones, y principalmente las referidas a Alberto, causaron cierto revuelo entre sus hermanas y Patricia le salió al cruce desmintiendo mucho de lo que Enrique cuenta en este libro. Considero que las declaraciones de ambos son ciertas y que cuentan la misma historia vista con el prisma de la subjetividad. Creo que todo lo que Enrique cuenta en este libro es lo que considera la verdad, su verdad. Y Patricia hace lo mismo y ambas voces merecen ser escuchadas…




La tarea de Gonzalo Santos es del todo acertada. Guía a Enrique con preguntas que van llevando la historia de su vida en forma ordenada, pero tiene la suficiente inteligencia para dejar que, cuando Enrique tiene un arranque verborrágico, lleve la charla hacia donde quiera hasta que el caudal mengüe. Son en esas cataratas de recuerdos donde salen las mejores anécdotas y se deja entrever la totalidad de la persona que es Enrique, un hombre de ideas tan fuertes como su carácter, decidido, contradictorio, calentón, apasionado y con un particular sentido del humor. Luego retoma la charla con la siguiente pregunta y todo vuelve al cause original. Sabe ubicarse en un segundo plano, sin buscar el lucimiento propio, dejando que el protagonista se lleve todas las luces como corresponde.
Recomiendo entonces la lectura de este libro que tiene, como única contra, un precio algo elevado… No es que el contenido no lo valga, pero la edición casi de bolsillo (20x14) dice a gritos que debería costar la mitad… Por último, si leen este libro les recomiendo prestar particular atención a la anécdota que rodea al mural que hizo en el hospital donde estuvo internada su madre. No solo es brillante y lo pinta de cuerpo entero sino que, a pesar del componente triste que contiene, me hizo reír hasta llorar!!!


- “¿Porqué la planteas como tu última historieta? – Porque tengo las pelotas llenas de hacer historieta.”

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