Seguimos navegando las aguas de la célebre Editorial Bruguera y del que fuera su Historietista más importante, el gran Francisco Ibáñez. Ya ...

Vecinos singulares: “13, Rue del Percebe”

Seguimos navegando las aguas de la célebre Editorial Bruguera y del que fuera su Historietista más importante, el gran Francisco Ibáñez. Ya hemos comentado hace tiempo algunos de los álbumes de Mortadelo y Filemón, así como también hablamos de “La familia Trapisonda”. Hoy nos vamos a meter con otras de las creaciones del recordado Maestro, una de las más originales, divertidas y sin dudas la que más trabajo le acarreaba….

 

 “13, Rue del Percebe” era una Historieta de una página que se publicaba de manera semanal en la segunda época de la revista “Tío Vivo”, la que se extendió por más de 350 entregas. En la dirección que da nombre a la Historieta se ubica un edificio al que, gracias a la magia del medio, podemos espiar y enterarnos de todo lo que sucede en cada uno de sus departamentos, porque la pared frontal es invisible para los lectores. Cada departamento funciona como una viñeta y sus particulares moradores viven todas las semanas distintas situaciones humorísticas relacionadas con su profesión, sus aficiones o su situación familiar según corresponda. En casi todos los casos, cada departamento funciona de forma independiente (En muy contadas ocasiones lo que sucede en una vivienda repercuta en la de algún vecino), por lo que cada página debe contar tantos chistes como moradas contiene el edificio, que son bastantes por cierto…

En la planta baja hacia la derecha hay un local alquilado por Don Senen, quien estableció allí un almacén que vende productos de baja calidad o directamente podridos a precios elevados, tiene todas las balanzas arregladas para que marquen un peso mayor al real y se la pasa maltratando a sus clientes o escondiéndose de salubridad. A la izquierda se encuentra la portería atendida siempre por la portera que se encarga de mantener limpia la entrada, recibir a las visitas y alertar a los usuarios del ascensor del edificio sobre los peligros que conlleva abordarlo.




En el primer piso a la derecha está el consultorio de un veterinario que a veces cura a los animales y otras los utiliza en beneficio propio (Se puede quedar con el marfil de un elefante o informar a los dueños de un cerdo que el animalito no sobrevivió a la intervención, mientras se lo come asado…). El departamento de la izquierda es habitado por una señora que subalquila su hogar como pensión, pero tiene más inquilinos de los que puede albergar, los alimenta poco y mal y es extremadamente rígida con las fechas de pago y las normas de convivencia impuestas por ella unilateralmente.

A la derecha del segundo piso está el departamento de una señora mayor extremadamente aficionada a los animalitos, siempre está adoptando perros y gatos sin hogar, adecuando su casa a las necesidades de peces, aves y demás mascotas, al tiempo que sufre los abusos de los animales más exigentes. Sobre la izquierda hay un departamento que, a lo largo del tiempo de publicación de la Historieta, tuvo dos inquilinos. Al comienzo vivía allí un científico que se la pasaba creando monstruos que aterrorizaban al barrio, o bien, eran defectuosos y actuaban como niños entre otras variaciones. En determinado momento Ibáñez decidió sacar al personaje de la página, se rumorea que pudo haber sido por las imposiciones y restricciones que el franquismo le imponía a las editoriales, pero también está la posibilidad de que se haya aburrido de él… El departamento queda vacío una temporada y el gag pasa a ser la portera intentando alquilarlo a distintos inquilinos potenciales, que siempre encuentran defectuosas las instalaciones, exagerados los precios, o notan que no cumple con lo ofrecido por el aviso de alquiler. Finalmente, es un sastre bastante incompetente quien se instala allí, para recibir a clientes que vienen a probarse trajes o a reclamar por entregas ya realizadas, pero muy defectuosas.




Llegamos al tercer piso y en el departamento de la derecha viven Ceferino y su esposa. Ceferino es un ladrón profesional que se dedica a robar las cosas más inverosímiles, confundiendo los pedidos de su esposa, escapando de las fuerzas del orden o inventando excusas para los policías que vienen a investigar a su hogar. Al lado está la casa de una familia compuesta por una madre, su hija adulta y cinco pequeños hermanitos, que son absolutamente terribles. Al principio el gag se centraba en los distintos novios que la muchacha traía a casa buscando desesperadamente casarse, y como los pretendientes eran ahuyentados por las diabluras de los niños. Más tarde la chica desaparece (Tal vez logró su cometido y se mandó a mudar…) y todo pasa a centrarse en las consecuencias de las travesuras de los niños, ya sea las que hacen en el barrio por medio de vecinos, policías o maestros que se vienen a quejar, o las que hacen en la casa con su madre, las visitas, los muebles, las paredes y demás…

En la azotea del edificio hay una pequeña buhardilla donde vive Manolo. Se dice que este personaje es un homenaje y una humorada sobre el “Gran Vázquez” (De quien hablamos por acá hace un tiempo: https://www.facebook.com/Historiasenvinetas/posts/pfbid0T7jEXajknwXXrWR9KCnMCArScVT2VyWt6BkEQ1P2Z6ZVHdw4UjMfh9QpchG2yi2Ml), porque Manolo es un deudor empedernido que se la pasa ingeniando formas de escaparse de sus acreedores, al tiempo que sigue sacando provecho de todo incauto que aún no conozca su reputación. El resto de la azotea es una terraza en la que generalmente hay una fila de acreedores golpeando la puerta de la buhardilla con la esperanza de cobrarle a Manolo, pero que invariablemente caen en las trampas preparadas por él. Además, siempre aparecen por ahí arriba un manso gatito y un malvado ratón que todo el tiempo está torturando al mínimo…




Sobre la derecha del edificio está el ascensor, que es prácticamente un personaje más, todo el tiempo está roto o funcionando mal, y los usuarios que se suben sufren las consecuencias. En otras oportunidades directamente no está porque lo llevaron a reparar, y la portera habilita algunos reemplazos que son mucho más peligrosos.

Sobre la vereda, frente a la portería, hay una alcantarilla donde vive Don Hurón, un señor que se presentó buscando vivienda y, como no había departamentos disponibles, la portera le alquiló la alcantarilla donde Hurón se halla de lo más confortable, le saca rédito a la situación, aunque sufre con los peatones que no lo ven asomarse y con las obras públicas que vienen a alterar su hogar. Don Hurón tuvo suerte de conseguir ese lugar para habitar porque, durante las primeras páginas publicadas, una pareja se presenta a buscar un departamento y la portera les dice que vuelvan a preguntar en unos meses. La situación se repite en distintas entregas y, en cada visita, se nota como envejece la pareja hasta que mueren frente a la portería esperando que se libere un alquiler…

Por si todo esto fuera poco, en la manzana donde está emplazado el edificio, en las veredas y calles que lo bordean, suelen suceder situaciones complementarias con personajes aleatorios, además de que, cada tanto, alguna de las situaciones de los departamentos puede repercutir en el exterior.

“13, Rue del Percebe” se volvió un clásico más del Maestro Ibáñez y era una de las páginas favoritas del lector de la época. Tuvo tan buena aceptación que, a pesar del trabajo que le llevaba, empezó a llenarla de detalles por todos lados, animalitos escondidos en los rincones, todos los departamentos cargados de situaciones, invitados especiales (Cada tanto aparece Mortadelo con alguno de sus disfraces por ahí, y el “Rompetechos” -el personaje de creación propia favorito de Ibáñez- se terminó convirtiendo en un habitué de la casa.), actualidad de la época filtrada con humor en las distintas situaciones, entre otras particularidades. A pesar de esto, de todas las obras de Ibáñez probablemente sea en esta donde menos se luce su dibujo. El restrictivo marco que impone la estructura del edificio y el hecho de que el esqueleto de la página sea siempre el mismo, hace que se vea obligado a dibujar figuras completas, siempre a la misma distancia, sin posibilidad de hacer acercamientos o cambio de perspectivas lo que, inevitablemente, reduce las posibilidades a la hora de dibujar. En algún momento de su carrera el Maestro se cansó de la explotación de Bruguera y decidió marcharse. Ahí se enteró que la editorial registró como propios a todos los personajes que había creado durante esos años. Comenzó entonces un litigio que terminaría ganando, pero en el mientras tanto, Bruguera siguió publicando de forma apócrifa tanto esta Historieta como “Mortadelo y Filemón” y otras más, todas realizadas por sus empleados. Por su parte, Ibáñez comenzó a trabajar con mejores condiciones para otra casa editorial ideando nuevos personajes como “Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo” y, para satisfacer a los seguidores de “13, Rue del Percebe” creó “7, Rebolling Street”, el mismo concepto, pero realizado a doble página.




Si bien esta Historieta es una genialidad, supongo que funcionaba mucho mejor en su presentación original de entrega semanal. Yo la leí en una edición integral realizada por “Penguin Random House” que reúne las 342 páginas realizadas por Ibáñez y no es nada aconsejable leer muchas de corrido. A la larga se vuelve repetitivo, sin contar que algunos chistes se repiten tal cual en distintas entregas (Posibles olvidos del autor o bien, alguna semana que no se presentaran las musas). Lo mejor es que sea una lectura de descanso, para leer un par de páginas entre otras lecturas, o para cuando tenemos un breve espacio de tiempo para leer… Hacerlo salteado para estar esperando que ocurra aquello que, inevitablemente, sabemos que pasará. El libro cierra con una última entrega realizada en 2002, en la que Ibáñez nos muestra la evolución de algunos personajes, Manolo ahora realiza estafas por internet, los tres hermanitos crecieron y se volvieron roqueros, a la que subalquilaba el departamento se le llenó el piso de okupas que no le pagan, el almacén se volvió un supermercado y demás… (Vamos a compartir esta página, obviamente…)

Hasta acá por hoy, pero en el futuro volveremos con más Ibáñez, Bruguera e Historieta española… Y olé!

 



 

“¿Qué hay de ese pisito Portera? Nos dijo que volviéramos por Navidad...”

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