Recientemente tuvimos en edición integral y local la trilogía “Essex County” del canadiense Jeff Lemire (Recientemente con respecto al momen...

Frio rural: “Essex County”

Recientemente tuvimos en edición integral y local la trilogía “Essex County” del canadiense Jeff Lemire (Recientemente con respecto al momento en que escribo esto, aunque lo compartiré cuando ya lleve varios meses de publicado). Había leído tan buenos comentarios al respecto de esta obra que cuando “Hotel de la Ideas” anunció la preventa me anoté al toque y sin dudarlo. Ni bien me entregaron el libro, empecé a leer las primeras páginas como para ver de qué iba, porque en realidad tenía otras lecturas en proceso en ese momento que no pensaba interrumpir, sin embargo, me atrapó tanto la historia que en dos sentadas me devoré las más de 500 páginas que componen el libro. Publicadas originalmente como tres álbumes (O novelas gráficas, Historietas o como prefiera llamarlos) separados entre 2007 y 2008 por Top Shelf Productions, estas historias enmarcadas bajo el título Essex County fueron recopilados más tarde en una edición integral que suma dos historias breves a la saga. Esta versión es la que se publicó aquí, leímos con fervor y pasamos a comentar.

 

Jeff Lemire nació y se crio en la zona rural del condado de Essex de la provincia de Ontario, ubicada en la parte más sureña de Canadá, cercana a la ciudad de Detroit y a menos de 400 kilómetros de la ciudad de Toronto. Con estas Historietas vuelve al lugar natal para hacer una suerte de catarsis y contar desde su óptica lo que implica la vida en la región. La primera entrega se llamó “Cuentos de la granja” y narra la historia de Lester, un chico de diez años que nunca conoció a su padre y recientemente perdió a su madre víctima del cáncer. Vive con su tío Ken Papineau, quien se hizo cargo de él por pedido expreso de su hermana cuando estaba en el lecho de muerte. Llevó al joven Lester a vivir con él a su granja donde, además de ir a la escuela, tiene algunas obligaciones mínimas con el cuidado de los animales. Lester intenta evadir la dolorosa realidad que le toca vivir por medio de la fantasía, se la pasa disfrazado de superhéroe, sueña con una invasión alienígena que solo él puede detener, mantiene a distancia a su tío que busca tener una relación más cercana con él y reparte el resto de su tiempo libre entre jugar cerca del arroyo, leer cómics y ver partidos de hockey sobre hielo. Pero la inevitable realidad se irá imponiendo, obligando a Lester a aceptarla, procesar el dolor y avanzar con su vida. Aprendiendo lo que significa y cuánto puede llegar a costar madurar.




La segunda historia se llama “Historias de fantasmas” y cuenta la vida de los hermanos Vince y Lou Lebeuf. Ambos se criaron en Essex y amaban jugar al jockey sobre hielo. Lou era más inteligente pero menos talentoso, mientras que Vince era puro talento sobre patines. Conforme fueron creciendo, Lou se fue a vivir a Toronto donde comenzó a jugar profesionalmente para los “Osos pardos” de Toronto. Sabía que, si él pudo ganarse un lugar en el equipo, para su hermano sería todavía mucha más fácil por lo que lo invita a la ciudad. Vince disfrutaba de la vida rural, tenía pareja y pensaba formar una familia en la granja de sus padres, pero acepta la invitación y viaja con su novia Beth. Vince se suma tímidamente al equipo, pero de a poco comienza a ganarse un lugar hasta convertirse en la estrella excluyente. Todo empieza a marchar bien entre los tres, al equipo le empieza a ir cada vez mejor, pero Vince seguía extrañando a su madre, la granja y la vida en el campo. La relación entre los hermanos y Beth se pone algo áspera y cuando ella queda embarazada, Vince decide que es hora de volver a Essex a realizar la vida con la que siempre soñó. Lou se queda en Toronto jugando hasta que una lesión lo obliga a retirarse y cambiar de oficio. La historia se extiende por tres generaciones nacidas del matrimonio de Vince con Beth y centrada en los hermanos hasta la vejez, con vaivenes en su relación, momentos difíciles de superar, perdidas, culpas y el amor que los unió desde pequeños macerando todo.

Cierra el libro la historia “La enfermera rural” que, además de contarnos parte de la vida y actividad de la enfermera Annie Queeneville, es una suerte de cierre para la trilogía. A través de su actividad, Annie visita tanto la granja de Ken y Lester, para atender a Ken cada vez que se lastima trabajando, como el asilo de ancianos donde reside el longevo hermano Lebeuf. A través de Annie, y con su participación, vemos el desenlace de las dos historias precedentes, al tiempo que, gracias a los recuerdos de su abuela, conocemos también el origen de su familia.

 



El resumen precedente es del todo injusto para con la obra, que es mucha más interesante, compleja y con más aristas que las que aquí comentamos, pero ni soy capaz de hacerlo bien, ni quería arruinar la lectura de aquel que quiera acercarse al material. Lo cierto es que la obra me encantó de principio a fin, es una lectura que te atrapa desde las primeras páginas y consigue algo que supongo no debe ser nada fácil, hace que sea inevitable involucrarse, preocuparse y querer a estos personajes. Lemire hace una representación tan precisa y profunda de las personas que pueblan estas páginas que conmueve. Y lo mismo consigue con la vida en Essex y en Canadá en general, logró hermanarme con un país que siempre me resultó ajeno y lejano. Retrata el estilo de vida, el clima, las costumbres, el trabajo y las pasiones de una sociedad con agudeza, y encontrar puntos en común con la propia experiencia es fácil e ineludible. Sobre todo, con la devoción que despierta el jockey para ellos, casi tanto como el fútbol para nosotros. Es el estilo de historias que más disfruto, pero entiendo que no es para todo el mundo. Es una historia costumbrista, donde las personas y sus relaciones son el centro absoluto de todo y está poblado de dramas, tragedias, angustias, relaciones complicadas, momentos de felicidad, logros y frustraciones, secretos que atragantan, esperanzas y demás condimentos que componen la vida de cada uno de nosotros. Por eso si usted es de esos lectores que piensan “para drama ya está la vida”, o que solo busca lecturas de escapismo y entretenimiento, no es esta la puerta que debe golpear. Esta es una de esas lecturas con las cuales es imposible no sentirse movilizado, que nos obliga a reflexionar al cerrar el libro, a dejar decantar lo leído y entender qué es lo que nos está pasando, y esas son las lecturas que más disfruto, así sean medio bajoneras o recontra optimistas.




Y todo esto lo representa con un trazo filoso y un diseño de personajes que funciona perfecto. Con economía de recursos, logra plasmar los cambios climáticos y emocionales de forma precisa e inequívoca. Maneja los tiempos de la narrativa con una solvencia increíble, dándose mucho espacio para recorrer los escenarios, cambiar las perspectivas y proponer un ritmo de lectura. Los diálogos también están muy logrados, tanto por lo que dicen como por lo que callan, y maneja los silencios como nadie, con mucha carga emocional en todos ellos.

 

Celebro que tengamos esta obra publicada en casa, celebro y recomiendo el trabajo de Jeff Lemire, y espero que la vaya bien para que tengamos cada vez más y más buenas Historietas publicadas a nivel local.

 



 

“En una ciudad con más de un millón de personas, me sentía completamente solo. Y nunca me había sentido tan lejos de casa.”

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