Muchas veces hemos hablado de la gloriosa “Biblioteca Clarín de la Historieta”, aquella colección que, en dos volúmenes, nos regaló 35 tomos de diversos autores y personajes. Varios comentemos por acá, otros están en nuestro blog y hoy vamos a hablar sobre el último que teníamos pendiente de lectura (En realidad nos faltan también los que le dedicaron a Nippur de Lagash y a Sherlock Time, pero ambas Historietas ya las hemos leído en otras ediciones). La decimoctava entrega del primer volumen estuvo dedicada a los justicieros enmascarados El Zorro y El Llanero Solitario y, como es habitual, vamos a compartir nuestras impresiones.
Después del prólogo y sendas notas introductorias sobre los
personajes y autores, el tomo arranca recopilando casi todas las historias de
El Zorro que el Maestro Alex Toth realizó sobre finales de los 50´s para la
revista “Four Color”, publicada por Dell Publishing que en aquellos años tenía
los derechos de todos los personajes de la factoría Disney. La famosa serie de
“El Zorro” protagonizada por Guy Williams era un éxito en televisión (Tanto fue
así que se sigue emitiendo en canales de aire en la actualidad), y el paso a la
Historieta fue un movimiento obvio.
La historia arranca en 1820, con Don Diego de la Vega
volviendo por pedido de su padre a Los Ángeles, en la California tomada por las
fuerzas militares del imperio español. El Capitán Monasterio rige sobre la
comunidad imponiendo impuestos absurdos que arrastran a las clases menos
afortunadas a la ruina, al tiempo que castiga a quienes le desobedecen y
mantiene a todos incomunicados interviniendo los correos. Diego sabe que su
padre lo convoca por lo desesperado de la situación, pero al llegar, ve como arrestan
a un vecino suyo, Nacho Torres, por intentar informar a las autoridades de
Monterrey sobre lo aciago de la situación en Los Ángeles. Decide entonces que
un enfrentamiento directo es inútil, por lo que convencerá a todo el mundo de
que él es un joven de letras y música, cobarde y sin habilidad para la esgrima,
al tiempo de que tomará la identidad de El Zorro para poder desestabilizar a
Monasterio desde el anonimato, sin poner en peligro la vida de sus seres
cercanos. El único que comparte su secreto es el sordo Bernardo que, para poder
asistir a Don Diego, se hace pasar por sordomudo, consiguiendo que la gente
hable libremente en su cercanía y obteniendo así información que ayude a la
misión del Zorro.
Don Diego establece su base de operaciones en una cueva
comunicada mediante túneles con su casa, diseña su traje y retoma su vínculo
con Tornado, un caballo negro imbatible en velocidad y destreza. Lo primero que
hará con su recién asumida identidad, será rescatar al injustamente encerrado
Nacho Torres, dejando en ridículo a Monasterio y sus soldados en el proceso. A
partir de ahí, El Zorro comienza a ser el objetivo principal del gobierno, lo
que lo lleva a vivir muchas aventuras. Libera a un joven acusado de ser El
Zorro, ayuda a la Misión que hospedó al fugitivo Torres a superar el sitio
impuesto por las autoridades, devela la trampa oculta tras la separación del
Sargento García del ejército, evita que descubran su doble identidad ante el
Virrey Don Esteban Salazar al tiempo que logra derrocar a Monasterio dejando al
Sargento García como gobernante interino, y se enfrenta a “la banda del Águila”
quienes, confabulados con la esposa del comandante, engañan a García e intentar
tomar control de todo California.
Pasamos al Llanero Solitario que arranca con una suerte de
cuento extraído del suplemento Pif-Paf del “Libro de Historieta # 17”. Con una
serie de textos acompañados de una ilustración, se repasa el origen del
Llanero, Toro (Tonto en el original), Silver y todo su entorno. Introductorio
para los que no conocen el personaje, pero bastante olvidable.
Luego se recopilan las cuatro entregas de la miniserie “¡Se
arrastra!”, publicada en 1994 por la editorial Topps Comics, obra de Joe R.
Lansdale al guion y el genial Timothy Truman en los dibujos.
La banda de piratas de las llanuras del Capitán Barrett
asalta un tren en busca de oro, pero se encuentran una colección de objetos de
la cultura Azteca, estatuas, artefactos, utensilios e incluso momias. El
gobierno mejicano cedió los objetos para una muestra itinerante por los Estados
Unidos y la pérdida de estos puede generar un incidente internacional.
Barrett supone que puede sacar tanto rédito de esto como si
de oro se tratase y se lleva absolutamente todo. Al manipular unas gemas
colocadas sobre los ojos de una momia, Barrett revive al momificado que, como
una suerte de muerto vivo, comienza la ingesta y despellejamiento de cuando ser
se le cruce, convocando a otros como él.
En plena campaña política, el presidente de los Estados
Unidos, que usa la popularidad del Llanero en busca de votos, lo involucra en
la búsqueda de la colección Azteca robada. Debido a una larga enemistad que el
Llanero mantiene con Barrett, acepta el encargo.
La fama del Llanero recorre todo el lejano oeste, se
comercializan novelas populares sobre sus aventuras en las que se exageran sus
hazañas y se pone en un lugar de siervo al buen Toro lo que, sumado a la
actitud del Llanero, comienza a generar roces en el dúo.
Se dedican a perseguir al pirata a pesar de todo, y van
descubriendo cosas extrañas, personas desaparecidas, muchos cadáveres apilados
en forma piramidal, testigos con relatos increíbles, etc… Para colmo de males,
el Llanero le confiesa a Toro el origen de su enemistad con Barrett, situación
que, en su momento, desencadenó los hechos que acabaron con la tribu del indio
y la sociedad Llanero – Toro se termina de ir al tacho…
El Llanero Solitario deberá dar con Barrett, descubrir el
misterio detrás de la momia Azteca, intentar recomponer su relación con Toro y
evitar ser utilizado por los candidatos de turno…
Al igual que con El Zorro, es la parte gráfica lo más
atractivo de la obra. Truman recrea el lejano oeste con eficacia, transmitiendo
la aridez del desierto y el opresivo calor que lo agobia. El diseño de los
personajes es acertado y se divierte con los monstruos de la historia. Las
puestas en página son variadas y siempre refuerzan la narrativa y, si bien el
dibujo en líneas generales me gustó, algunas viñetas lucen un poco estáticas
como algunos cuerpos un poco incómodos… Pero es un detalle menor en otro gran
trabajo de este siempre atractivo artista.
El último tomo que me restaba leer de esta gran colección
resultó ser muy divertido y altamente recomendable. Recientemente la editorial
Moztros publicó todo “El Zorro” de Alex Toth (Lo que está en este tomo, más lo
poco que no se incluye) en una edición de lujo que aún se puede conseguir.
Hi-yo, Silver!!!!!!
“Cuando no puedas ponerte en la piel de un león, ponte en la de un zorro.”
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