"Vlad the Impaler"
Mediaban los años 90´s cuando la compañía Topps, famosa por sus trading cards, decide sumar a un ya saturado mercado yanqui, lleno de sellos editoriales que duraban un suspiro, una nueva línea de historietas. Para tal fin crea el sello Topps Comics y se lanza al mercado. Con el objetivo de llegar al gran público se forjó de dos armas: nombres de guionistas y artistas reconocidos y personajes más conocidos aún. Así, aprovechando el rotundo éxito que estaban teniendo en cine las nuevas pelis de Drácula (Bram Stoker´s Dracula, Francis Ford Coppola, 1992) y de Frankenstein (Mary Shelley´s Frankenstein, Kenneth Branagh, 1994) consiguieron los derechos para realizar las adaptaciones a historieta. En los dos casos, el guion estuvo en manos del versado Roy Thomas; la adaptación de Drácula contó con dibujos del genial Mike Mignola mientras que Frankie cayó en manos del modesto Rafael Kayanan. (Ambas miniseries pueden conseguirse en español recopiladas en tomo por Editorial Vid de México o por Ediciones B de España) El resultado comercial evidentemente fue satisfactorio, por lo que le pidieron a Thomas que siga explotando los personajes, y de aquí salen las dos miniseries que vamos a comentar.
Resultaba obvio que no se podía avanzar con la historia de Drácula, ya que muere al final de la película (Y en su adaptación a historieta, y en la novela original…), por lo tanto Thomas resolvió contar el origen del hombre antes del vampiro. En la miniserie de tres partes “Dracula: Vlad the Impaler” (1993) el propio Nosferatu nos relata su vida desde niño hasta su muerte como hombre ordinario. Nace como el segundo de los tres hijos (Mircea el mayor y Radu el menor) de Vlad Dracul, gobernador de Transilvania y príncipe de Valaquia (Wallachia). Vlad padre regía su pueblo con mano de hierro y tolerancia cero hacia los traidores. Había conseguido establecer una tensa paz con los turcos a pesar de las diferencias religiosas que tantas guerras habían ocasionado en el pasado. Pero los rumores de un posible ataque cristiano habían llegado a oídos de Murad II, Sultán de todo el Islam. Para evitar la posible invasión, el Sultán le tiende una emboscada a Vlad en la cual rapta a dos de sus hijos. Si Vlad mantiene a su pueblo en paz, sin agresiones hacia los turcos y dejando de lado el cristianismo, Murad a cambio dejaría que sus herederos moren comodamente en su palacio, caso contrario les daría una terrible muerte.
Vlad hijo y Radu, vivieron años bajo los cuidados del Sultán y en compañía del hijo de este, Mehmed Celebi. Pero la noticia de la muerte del Príncipe y su primogénito Mircea a manos de su propio pueblo, llega a los oídos de Vlad quien jura vengarse. Murad acepta que Vlad luche para llegar al trono de Valaquia, siempre y cuando lo haga en su nombre. Con el correr de los años y las guerras, Vlad llegará a ser príncipe, vengar la muerte de su padre y hermano, emplear las terribles técnicas de empalamiento que aprendiera del mundo turco, y finalmente llevar la guerra hacia Murad en primer lugar, y tras la muerte de este, al nuevo Sultán, su hijo Mehmed. Es esta guerra la que ocasionará el final de Vlad el empalador, como se lo conocerá en los siglos por venir, y su posterior resurrección como no muerto.
El guion de Thomas mezcla historia, leyenda y ficción logrando un excelente balance y está muy bien llevado adelante. Lo único que no tiene la importancia que merece, es ese amor que Vlad encuentra en su vida humana y que siglos más adelante será recordado en el rostro de Mina Murray. Está narrado, pero muy brevemente. Es comprensible de todos modos, porque en solo tres número de 36 páginas, Thomas mete una cantidad de información tremenda, fiel a su estilo.
El español Esteban Maroto (Las crónicas de Atlántis, Creepy, Vampirella, etc) está a cargo del dibujo, tinta y color y su trabajo es realmente soberbio. El punto álgido de la obra sin ninguna duda. Usa para la composición de las páginas muchas variantes y en todas resulta acertado. Su dibujo es muy expresivo, las escenas de guerra son crudas y las de empalamiento producen verdadero horror. Tanto el diseño de los personajes como el vestuario y armaduras utilizadas nos sitúan en la época en que la historia transcurre (Siglo XV). Un trabajo evidentemente bien documentado y con mucho talento desplegado.
"The Frankenstein - Dracula War"
Esta historia encuentra su continuación en la miniserie de tres partes “The Dracula – Frankenstein War” (1995). La trama comienza en el siglo XVIII cuando un pequeño regimiento de las tropas de Napoleón Bonaparte invade una aldea de los Alpes Transilvanos buscando mujeres para satisfacer sus ansias. Mientras se desarrolla la masacre, Irena, una mujer paria en su comunidad por ser considerada bruja, corre hacia su hogar en busca de ayuda. Resulta que hospedaba allí al mounstro de Frankenstein (Se explica en la historia cómo fue a dar allí). Le ruega por su ayuda y a regañadientes la criatura accede. Le cuesta poco doblegar a los soldados franceses, pero cuando parece que está todo por resolverse, interviene el Conde de Saint Germain (Uno de los misterios de la historia, un aventurero europeo interesado en el arte y la alquimia, cuya leyenda cuenta que nunca envejecía). El Conde había raptado a Irene y manteniéndola cautiva, obliga al mounstro a ir tras el corazón de Drácula. Con el corazón en su poder, el Conde podría consumar el elixir que le garantizara la inmortalidad.
Frankenstein se enfrenta a Drácula, pero logran congeniar y juntos detienen al Conde y al regimiento francés rescatando en el proceso a la mujer. Establecen una relación cordial entre ellos, pero esta paz entre mounstros durará poco, el traicionero vampiro intentará aprovecharse de la ingenuidad de la criatura y la guerra entre ellos se desatará ferozmente…
En esta oportunidad, Roy Thomas es asistido en el guion por Jean Marc Lofficier (Blue Beetle, Dr. Strange, etc.) quien aporta datos y fechas de la historia francesa y del Conde de Saint Germain. El guion es sólido y entretenido, aunque está unos escalones por debajo de la miniserie anterior. Pero en esta época los crossovers garpaban y uno con mounstros tan famosos era una apuesta segura.
El arte corre por cuenta de Claude St. Aubin (Green Lantern, Cadillacs & Dinosaurs, etc.) y el resultado es propio de su tiempo (Los 90´s). Dibujos grandes e impactantes en las páginas, poses heroicas, piernas largas y senos grandes para las damas, cuerpos desproporcionados, varias splash pages y colores brillantes y planos. Un dibujo limitado, pero correcto y que acompaña decentemente al guion. Como incentivo, las portadas están a cargo de Mike Mignola.
No conozco ninguna edición en español, ni recopilación de estas miniseries por lo que inevitablemente hay que buscar las revistas originales…
Y con esto me despido que está por salir el sol…
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