Vamos a comentar una lectura del Maestro Copi (Raúl Damonte Botana), aquel escritor, dramaturgo e historietista argentino, que hiciera la ma...

“Los pollos no tienen sillas”

Vamos a comentar una lectura del Maestro Copi (Raúl Damonte Botana), aquel escritor, dramaturgo e historietista argentino, que hiciera la mayor parte de su producción en Francia en donde se radicó a partir de 1962 y hasta su muerte en 1987. Allí publicó en diversos periódicos parte de su obra gráfica, la cual se fue recopilando desde el 2012 de la mano de la editorial “El cuenco de plata” en diversos libros. Uno de ellos es este “Los pollos no tienen sillas”, cuyas historias se basan en una señora sentada en una silla que, en diversas tiras, se va cruzando con diferentes personajes entre los que se encuentran su hija pequeña, un caracol, su hermana, un ratón y, por supuesto, el pollo que es casi el coprotagonista.

La señora está siempre sentada en su silla, la cual es deseada por el resto de los personajes y es una posición que se niega a ceder. El más astuto de todos ellos es el pollo quien, gracias a su ingenio, en varias oportunidades logra hacerse con la tan deseada posición de la señora. Aunque al comienzo de la próxima tira, todos vuelven a sus lugares habituales.



La señora, no solo defiende su posición sobre la silla, sino que además la ostenta frente a los que no la tiene al tiempo que, siempre que aparece la oportunidad, busca situarse en algún lugar aún mejor. El hecho de estar ubicada en la silla la de un estatus desde el cual maltrata a los que considera inferiores a pesar de que, por la soledad que eso le acarrea, termine llorando por su accionar. Prefiere mentir a reconocer sus trapos sucios, sueña en grande aunque no lo consiga, niega ciertas libertades a su hija por el “qué dirán” y siempre desea lo que no tiene. Exige un cierto nivel de comportamiento a los que se le acercan, quienes intentan mantener las apariencias frente a una dama de tan distinguida posición.



Todo el trabajo de Copi en estas tiras está reducido a la máxima simplicidad posible, al menos en apariencia, tanto en el planteo de las historias como en el estilo de dibujo y lo despojado de las páginas. La lectura se presta a tantas analogías como uno quiera atribuirle donde, por supuesto, las clases sociales son una de las más obvias (Al menos, lo fue para mi). La alcurnia, la situación de poder en que se encuentra el que más tiene y como busca mantener a los de abajo en esa condición para que no alteren su posición. Pero esto es solo una de las muchas lecturas que pueden hacerse, porque la obra cuenta también con un espacio para lo absurdo, el sinsentido y el ridículo que no guarda relación con lo social y diversifican el contenido de la historieta.
Copi maneja como nadie los tiempos narrativos, los silencios y las pausas, creando unos climas cargados de significados que invitan al lector a completar con su propia subjetividad, su propia experiencia, la historia en cuestión. El humor que despliega aquí está más apoyado en el transcurso de la situación presentada que en un remate, chiste u ocurrencia ingeniosa. Además, con ese dibujo tan simple que mencionaba, logra transmitir una variedad de expresiones y emociones tan amplia y eficaz que sorprende permanentemente.
Todas estas historietas que, originalmente fueron creadas en francés, cuentan con la traducción que el propio autor hiciera en vida, lo que siempre es una ventaja. Nunca leí la dramaturgia o literatura de este autor, pero sus historietas y humor gráfico son más que recomendables.




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