Durante la segunda mitad de los 90´s, la editorial Planeta DeAgostini, que venía editando historietas en España desde hacía más de una década, decide darle lugar a autores autóctonos. Para ello crea la línea “Laberinto”, donde distintos historietistas podrían desarrollar sus ideas y personajes en miniseries que se ofrecían al público en formato comic book. Esta buena idea no tuvo tan buena recepción por parte de los lectores y la línea fue demasiado efímera. Pero quedó un puñado de trabajos que valen la pena y uno de ellos se llama “Fian”, una miniserie de dos partes que hemos leído recientemente y de la cual vamos a hacer el comentario de rigor.
La obra cuenta con guiones de Roke González y dibujos de Enric Rebollo quienes aprovechan la enorme popularidad que tiene la temática de Espada y Brujería entre los lectores españoles (De la mano de Conan principalmente), para contar una de bárbaros.
Fian es un Montañez que vende sus servicios como ladrón, traficante o mercenario a aquel que los pueda para como corresponde. Tras hacer una entrega a pedido de una bruja, reposa en la ciudad de Korbad en los brazos de la dama Ari. Caminando por las calles de la ciudad, es interceptado por unos piratas que quieren capturarlo. Fian desenvaina su espada y los enfrenta, pero la superioridad numérica de los piratas termina por doblegarlo y cae prisionero. Despierta en la mazmorra de un castillo donde es interrogado sobre la diligencia que hizo para la bruja. Se niega a responder, pero con magia de por medio, le extraen la información de su cerebro (El recado consistía en un anillo que fue entregado a una tal “Elwen”). Concluido el interrogatorio, Fian es puesto a merced de los piratas quienes lo toman como esclavo y lo suben a un barco. Navegan por varios días mientras son azotados por las inclemencias del tiempo. Cuando calma la tormenta, están en las costas de la isla de Mortrast. Fian aprovecha una distracción y escapa hacia la selva del interior de la isla. Llega a unas ruinas donde es abordado por otros piratas. Mintiendo, consigue que lo acepten como parte de los refuerzos que estaban esperando.
Gana su confianza y descubre que tiene como prisionera a una profetisa de los salvajes “Hombres del bosque” con la intención de doblegarlos. En un arrebato, mata al centinela que la custodiaba y rescata a la joven. Una vez entre los Hombres del Bosque, Fian es considerado un enviado que los ayudará a enfrentar a los piratas. La Profetisa libera su furia interior y se desata la batalla entre piratas y salvajes…
No sé de que dependía la duración de estas miniseries de la línea Laberinto (Hubo unitarios, de dos, cuatro y -si mal no recuerdo-hasta de seis partes), pero dentro del espacio del que disponía (48 páginas), Roke González hace un trabajo correcto. Se molesta en desarrollar solo al personaje principal, el resto de los actores tiene la característica que propone el estereotipo (De pirata, salvaje, profetisa, etc.) No es un derroche de originalidad, pero es una obra entretenida, de lectura ligera y muy llevadera. Se nota la intención de crear un universo o una mitología alrededor del bárbaro Montañez. Del mismo modo se nota la confianza en que esta obra continuaría más allá de estas dos entregas ya que algún hilo queda abierto, como el saber que fue de la mencionada Elwen, quién era el que lo mando a secuestrar para interrogarlo, que importancia tenía el anillo, etc… Pero lamentablemente eso no sucedió y nos quedamos con las ganas de ver como hubiese seguido la historia. Una historia que hubiese merecido una segunda oportunidad para ver si las buenas intenciones de esta miniserie se confirmaban y crecían, o si en cambio, caían en saco roto.
El plato fuerte es sin dudas el dibujo del Enric Rebollo. En excelente dibujante, muy dotado para las expresiones, los cuerpos, la dinámica y con puestas en página muy eficaces. Sus mujeres tal vez tienen sus dotes corporales un pelín exageradas, pero se hizo en los 90´s y era lo que la tendencia imponía. Le noto alguna influencia de Richard Corben (Salvando las distancias, claro está) y de Simon Bisley, pero con las que crea una voz propia, a pesar de que de vez en cuando se le escapa de control el imitarlos en algún cuerpo o en alguna expresión.
La gran contra que tiene la parte gráfica es que a algún editor se le ocurrió publicarlo sin entintar, directamente a lápiz. Es cierto que el dibujo de Rebollo goza de la belleza necesaria para poder ser apreciado en lápiz, pero da toda la sensación de que nadie le aviso que se iba a publicar de ese modo. Por este motivo, algunas viñetas (Pocas la verdad) lucen algo abocetadas mientras que en otras se nota las figuras básicas que planta el dibujante para luego, realizar un mayor detalle encima. Es como ver una película sin los efectos especiales terminados, donde se vean los cables del tipo que vuela o la pantalla verde de fondo… Esto tendría que haber sido entintado o bien, el dibujante tendría que haber estado al tanto de que no se haría para poder así dar un mejor acabado al lápiz en aquellos lugares donde dejó algún espacio a ser completado por las tintas…
Como sea, tanto esta obra como toda la línea Laberinto, fue un buen intento que no prosperó, pero que nos dejó algunas obras muy disfrutables.
- “Ahí estaba yo, Fian, el Montañés, mercenario, aventurero, ladrón de reyes muertos y nobles vinos.”
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