Vamos con la primera lectura comentada del año y arrancamos con una serie sobre la que tenía cierta curiosidad, por la rareza de tratarse de...

JUDGE DREDD DC COMICS. 1 AL 7

Vamos con la primera lectura comentada del año y arrancamos con una serie sobre la que tenía cierta curiosidad, por la rareza de tratarse de un personaje a préstamo en casa ajena. A mediados de los 90´s DC Cómics licencia al Judge Dredd de la editorial inglesa 2000 AD, pero no para republicar las historietas del juez de Mega City, si no para lanzar una serie en formato comicbook completamente realizada en Estados Unidos… La película de Dredd protagonizada por Stallone ya se estaba filmando y DC quería sacar tajada del supuesto éxito que tendría, además de obtener ganancias con la popularidad que el personaje traía consigo.

La noticia de un Dredd realizado por DC Cómics causó revuelo en ambos lados del océano. Los seguidores de la serie, tanto ingleses como yanquis, temían que DC incluyera al personaje en su universo superheroico y de que lo suavizaran demasiado haciéndolo perder toda la dureza, ironía, humor y crítica social que lo habían caracterizado siempre. 


Parte de esos temores se cumplieron, pero no todos… De la mano de Andrew Helfer en guiones y con dibujos del por entonces novato Mike Avon Deming, Judge Dredd #1 se publica en Agosto de 1994. DC ubica sus historias en el nacimiento del sistema de jueces en Mega City, cuando todavía existía un presidente, una fuerza policial y los jueces circulaban patrullando, pero no podían intervenir con el trabajo de la policía, solo emitían juicios inmediatos para los reos capturados por los oficiales… Dredd ya tiene su fama labrada y es uno de los pocos jueces que pasa a la acción cuando lo considera necesario. A través de flashbacks, vamos viendo el origen del nuevo sistema, cuando el abogado Fargo asesina en medio de un juicio a unos acusados que quisieron escapar del recinto por la fuerza. La acción de Fargo es avalada y recompensada por la sociedad en su conjunto, lo que lo acerca al presidente y le permite comenzar a idear y proponer el sistema de jueces que elimina el largo proceso de los juicios y la actividad de los abogados.



En el presente, el ahora “Juez Jefe” Fargo, idea un plan para exponer las falencias en el accionar de la policía, y así poder llevar al sistema de jueces al siguiente paso. De buenas a primeras, despide absolutamente a todos los jueces (Con excepción de su favorito, Joseph Dredd) y deja la seguridad de MegaCity a cargo de la policía por 48 horas. Se desata el caos en manos de los criminales y aparece un grupo armado, con vestimenta muy similar a la de los jueces, que en medio del descontrol intenta imponerse como los nuevos protectores de la ciudad.


Dredd se enfrentará a estos desafíos, al tiempo que también tendrá que medirse con mafiosos, jueces ineptos, funcionarios corruptos, batallas en realidades virtuales y otras yerbas…


Leí los primeros siete números de esta serie que se extendió por un total de 19 entregas. Si bien la mayoría de las tramas abiertas no se cierran en estos episodios, son una buena muestra del tenor que tuvo Dredd en manos de DC. La idea de ubicar la historia al comienzo del sistema de jueces es una imposición editorial, DC esperaba que se acerquen al título muchos lectores que no conocieran de antemano al personaje, por lo que busca que sea amigable para con el novato recién llegado a Mega City. A pesar de contar esta especie de “año uno”, en ningún momento se hace referencia a la guerra nuclear que deja yerma y radiactiva a la mayor parte de Norteamérica, ni se habla de “La tierra maldita”, ni los mutantes que la habitan. Tampoco se explora mucho la calidad de vida de las Mega Citys, el hacinamiento, el desempleo, el tráfico y crimen que suelen asolar a las ciudades en su versión inglesa… 



Andrew Helfer se esfuerza en mantener su encarnación de Dredd fiel a la original, pero lo logra a medias. Para tranquilidad de sus seguidores, nunca se pensó en meter a Dredd entre el panteón de personajes DC y la historia queda aislada del resto del universo. Helfer mantiene el nivel de violencia bastante alto y mete cada tanto alguna de esas clásicas escenas que rayan con el absurdo que se suelen ver en la 2000 AD, pero esto no alcanza para darle a estas historietas el sabor del Dredd clásico. Faltan componentes indispensables como la crítica que destilan las historietas de Dredd inglesas, dirigidas en principio al “American Way” y ampliadas luego a la autocrítica y hacia la humanidad en general; la ironía de la que hicieron uso los estupendos guionistas de que gozó la serie original, el humor ácido tan característico que generaron, la rebeldía e irreverencia que exhibían como estandarte, y sobre todo la inteligencia de poder mezclar todas estas cosas sin jamás tomarse muy en serio y sabiendo reírse de sí mismos en primer lugar. En ese sentido, la 2000 AD en general supo generar un cóctel único, una voz propia y perfectamente distinguible que, con permiso de la famosa pizzería, ha sido imitada pero jamás igualada.


Si bien no me desagrada el trabajo de Mike Avon Deming, se nota mucho la inexperiencia que tenía para ese entonces. Sus dibujos son algo estáticos, tiene muchos vicios propios de los 90´s, poco detalle en las páginas y sus puestas y notables incongruencias en los personajes de una viñeta a la otra. Por otra parte, y tratándose de Dredd, es inevitable hacer la comparación con la ilustre lista de excelentes dibujantes que pasaron por los “programas” ingleses, artistas de la talla de Mike McMahon, Carlos Ezquerra, Brian Bolland, Ron Smith, Ian Gibson, Dave Gibbons, Steve Dillon, Cam e Ian Kennedy y un largo y virtuoso etcétera, comparación de la que inevitablemente sale perdiendo por afano. De todos modos, su estadía en el título llega hasta la sexta entrega, a partir de la cual empieza un baile de dibujantes entre los que resalta J.H. Williams III como el más fijo entre sus pares hasta el fin de la aventura de Dredd por tierras ajenas…


Finalmente, y al igual que la película de Stallone, esta adaptación no estuvo a la altura de la versión original, no fue bien recibida por el público en general, tuvo una vida efímera y, tal vez con cierta justicia, terminó cayendo en el olvido…





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