Llegó el verano y algunos tenemos algo de tiempo libre extra para dedicarle a menesteres más satisfactorios de los que nos impone la rutina....

CLÁSICOS DEL CÓMIC. FLASH GORDON

Llegó el verano y algunos tenemos algo de tiempo libre extra para dedicarle a menesteres más satisfactorios de los que nos impone la rutina. El ocio y el calor nos invitan a pasar algún tiempo en sitios donde generalmente no estamos durante las otras estaciones, la playa, el campo, el club, una plaza o una reposera en el patio son algunos de los destinos más elegidos. Pero el lector promedio prefiere no exponer sus libros más onerosos o delicados a estos espacios atípicos para la lectura y allí es donde prima el formato económico de bolsillo. Como tuve la fortuna de escaparme unos días a la costa, revisé entre los pendientes y me llevé para leer el tomo que la colección “Clásicos del cómic” le dedicara al Flash Gordon de Alex Raymond. El año anterior fueron el Conan de esta misma colección y el “Patoruzito” de la Biblioteca Clarín de la Historieta (Que comentamos en un podcast compartido acá, pero en esta oportunidad tenía sed de aventuras en planetas lejanos y Flash fue la mejor opción.

A comienzos de la década del 30 Buck Rogers causaba sensación en su tira de prensa y la King Featured Syndicate quería replicar, y porque no superar, el éxito del bueno de Buck con un personaje propio. Si el tenor de las historias iba a ser parecido al de Rogers, debían entonces superarlo gráficamente para diferenciarse de la competencia. Así fue como tomaron contacto con el extraordinario historietista Alex Raymond y le hicieron el encargo. 


La respuesta de Raymond fue Flash Gordon, un valiente y atlético norteamericano promedio que, ante una situación extraordinaria, apela a lo mejor de sí y se vuelve un heroico revolucionario paladín de los oprimidos.



La historia, conocida por todos, comienza cuando la Tierra está a punto de colisionar con otro planeta que se había salido de órbita. El avión en que viajan Flash y su eterna novia Dale Arden es atravesado por un meteorito y caen en las cercanías de laboratorio del científico Hans Zarkov. Zarkov los lleva consigo en un cohete de fabricación propia a una misión para salvar al planeta, tras la cual quedarán varados en Mongo, un planeta gobernado con mano de piedra por el despiadado Ming, quien se volverá el archinémesis de Flash.


Mongo es un fantástico planeta capaz de albergar en sí mismo las más variadas especies y los escenarios más disímiles. Además de su futurista capital llamada Mingo, se introduce el bello reino de Arboria, al mando del noble Barin quien es súbdito forzoso de Ming, pero leal a su amigo Flash, o el congelado Frigia regido por la bella Fria, Vultán y sus hombres halcón, el submarino reino de Coralia en manos de Ondina, o el Rey Bukka y su raza de gigantes subterráneos, etc.


Rápidamente Flash nota la injusticia que el reinado de Ming acarrea en Mongo y se propone derrocarlo para instaurar una democracia que le facilite la vida a todos. Los constantes intentos de Flash harán que gane adeptos alrededor de todo el planeta y cada vez sean más los que se unen a él para alcanzar su sueño de un Mongo libre, al tiempo que su valor y entrega conquistarán el corazón de cualquier dama con la que se cruce, enloqueciendo de celos a la pobre Dale. Pero las aventuras de Flash no se reducen a combatir al despiadado emperador, sino que cada cierto tiempo parte a algunos de los mencionados sectores del planeta, para vivir aventuras en subacuáticas, selváticas, polares o subterráneas según corresponda.

Las historias recopiladas en este tomo son todas correlativas (No pegan saltos temporales) y fueron publicadas originalmente en el segundo lustro de los años 30´s, bastante cercanas al debut del personaje que se dio en 1934. Estas 240 páginas hacen un buen repaso por lo que fueron aquellos años originarios de Flash Gordon, porque lo vemos enfrentar a Ming, ser vencido, raptado, liberado, volver a ponerse de pie y contraatacar, unir fuerzas con el reino de Arboria, sufrir las penurias del extenso desierto de Mongo, visitar Mingo, viajar al reino polar, enfrentarse a los gigantes subterráneos, estar siempre acompañado de sus laderos Dale y Zarkov, enamorar reinas, princesas y estar siempre dispuesto a darlo todo, a sacrificar lo que haga falta en busca de la libertad en la eterna lucha contra el opresor, haciendo gala de una inquebrantable nobleza y un profundo heroísmo. 


Cuando le propusieron a Raymond crear una tira de ciencia ficción, el autor decidió que esta fuera, además, fantástica. No se molesta en buscar un asidero, un correlato entre la ciencia que propone con la que se conocía por ese entonces, sino que deja volar la imaginación mezclando sci fi, monstruos, espada y brujería, fantasía, romance, aventura, y demás para que las historias de Flash no tengan límites, para que le lector nunca sepa que vendrá después. Es cierto que, leídas hoy, estas aventuras son extremadamente predecibles, pero no por la época en que fueron concebidas o por la calidad de estas, sino porque han sido vampirizadas incontables veces, hemos visto estas mismas historias en otras historietas, series o películas hasta el cansancio. De hecho, vi no menos de 10 viñetas que parecen sacadas de escenas de Star Wars, y así se podrían buscar otros cientos de ejemplos… El trabajo de Raymond fue una profunda influencia para generaciones enteras de creadores que lo subsiguieron.


Lo mejor sin dudas es la parte gráfica en la que Alex Raymond era un absoluto maestro. De la escuela de Hal Foster, con un estilo que se suele llamar “académico” por su extremo realismo y su perfecto manejo de la figura humana, las páginas dominicales de Flash Gordon eran un verdadero festival visual. Las composiciones de página (Algo que se pierde en esta edición por tener las viñetas remontadas para poder exhibirlas en un tamaño mayor), los ángulos desde donde ubica la mirada del lector, el dinamismo y elegancia de que era dueño Alex sigue asombrando hoy en día y lo hará por siempre. En las maquinarias futuristas que crea, se puede rastrear fácilmente que vehículos está combinando, cruza un tanque y un barco para crear un vagón de combate, un cohete y un automóvil para dar vida a un vehículo real, etc., y sospecho que algo similar ocurre con la arquitectura de las ciudades que muestra y los uniformes que visten los distintos ejércitos y razas que pueblan estas páginas.


Gracias a la obra de Alex Raymond y a los enormes artistas que siguieron su trabajo en la tira (Dan Barry, Harvey Kurtzman, Don Moore o Al Williamson por nombrar algunos), Flash Gordon se convirtió en un referente ineludible de la historieta de aventuras y ciencia ficción.


También la biblioteca clarín de la historieta le había dedicado una entrega a Flash Gordon (Junto con Rip Kirby, otra gran creación de Raymond), pero solo una de las historias se repiten en ambos tomos, por lo que se pueden tener los dos aprovechando que todavía se dejan ver por las casas de saldo.


 “Mingo es ahora una república libre…¡Ming, dile a tu ejército que deponga las armas!”






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