Allá por el 2009 y poco después de los eventos del “Batman R.I.P” de Grant Morrison y Tony S. Daniel, DC se colgó del famoso “¿Qué le pasó al hombre del mañana?”, de Alan Moore y Curt Swan, para replicarlo con el murciélago. Al igual que sucediera con Superman, la historia se extiende por apenas dos entregas, una de Batman y otra de Detective Comics, y para que la relación entre ambas Historietas no se le escape a nadie, la bautizaron como “¿Qué le sucedió al cruzado de la capa?”. Para llevar a cabo tan difícil tarea, pusieron a un equipo lujo formado por Neil Gaiman al guion y dibujos de Andy Kubert entintado por Scott Williams. Acabamos de leer esta historia y pasmos a comentarla con una imperdonable catarata de spoilers…
La historia comienza con el espíritu de Batman sobrevolando
Gotham y hablando con una mujer a la que no ve y cuya identidad desconoce,
hasta llegar a una habitación semiderruida, en la parte trasera de un bar, en
la que se está celebrando su funeral. Ve el féretro con su cuerpo dentro,
algunas velas encendidas, varias sillas frente al cajón y a Alfred recibiendo a
quienes vienen a presentar sus respetos. La primera en tomar la palabra es una Selina
Kyle entrada en años que cuenta su relación con Batman y cómo fue que lo dejó
morir desangrado en su casa. Acto seguido es Alfred quien narra su historia con
Bruce, en la que cuenta que todos los casos de Batman fueron armados por él
para ayudarlo a superar la muerte de sus padres, y desembocó en la trágica muerte
del héroe. Se suceden así varios testimonios de distintas personas, tanto aliados
como enemigos, y cada uno cuenta un final diferente del hombre murciélago.
Mientras esto sucede, entre los asistentes al velorio vemos personajes de
distintas épocas de la vida editorial del encapotado (Golden Age, Silver Age, Bronze
Age, etc), así como también versiones surgidas de adaptaciones audiovisuales
(Se dejan ver los Joker y Harley Quinn de la gloriosa Batman: The animated
series, por ejemplo). Del mismo modo, cuando visualizamos el relato de los
distintos oradores del velorio, la versión de Batman que vemos va variando y
haciendo referencia a un momento particular de la larga e ilustre carrera de
Batman en el medio. Su cuerpo en el féretro también muta de una versión a otra
(DKR, Batman vampiro, etc.), y todo esto sucede mientras el fantasmagórico
Bruce habla con la mujer que lo acompaña tratando de entender qué es lo que
está sucediendo… Finalmente la dama revela su identidad y le explica a Bruce cual
es su lugar, su destino y su eterna misión…
Neil Gaiman intenta alejarse de las odiosas comparaciones y,
para no competir con Alan Moore tan directamente, usa otro tipo de enfoque al narrar
el final de Batman. En este caso no es una historia lineal (Multiversalmente
hablando), si no que juega tanto con la idea del multiverso como con todos los
años en la vida editorial de Batman. De todos modos, lo vamos a comparar porque
el título de esta obra establece una inevitable conexión con aquella ochentera
historia de Superman. Tal vez porque fueron leídas por primera vez en distintos
momentos de la vida (“¿Qué le pasó al hombre del mañana?” la leí en su edición
de Zinco con los ojos asombrados de un jovencito de 12 años y esta en la
adultez/vejez), pero no tiene la épica de aquella otra, ni te da la sensación
de estar leyendo una Historieta fundamental y definitiva. Son muy entretenidas,
sin embargo, las distintas historias que se cuentan sobre el final de Batman,
así como sus diferentes encarnaciones. El misterio de la fémina que acompaña al
fantasma de Bruce no es tal, porque no hay que ser un versado en Batmanía para
saber de quién se trata, pero el final entre ellos es emocionante y un poco
angustiante. Más allá de que la ubicamos algunos escalones más abajo que a la
historia de Superman, Neil Gaiman escribe muy, pero muy bien, metiendo siempre
referencias, intertextos y pasajes de fuerte carga poética en sus guiones, lo
que hace que la lectura de sus obras sea atrapante, cautivante y emocionante…
Soy fan de la familia Kubert y Andy hace un gran trabajo en
estas páginas. Como siempre, tiene un sentido de la espectacularidad que toca
la fibra sensible de los lectores noventeros como es nuestro caso, pero además
se esfuerza por intentar referenciar, sin imitar, distintos diseños de Batman y
su entorno para cada uno de los finales que se narran, e incluso variando
dentro de la misma narración. Mucha dedicación en los fondos y las puestas, y
un gran despliegue de talento en algunas dobles splash pages que se dan hacia
el final de la historia.
“Asisto... Al menos, parece que asisto… A mi propio funeral.”
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