Cada tanto me gusta recordar y recomendar un comic de 24 páginas que se sostenía a sí mismo, una historia que empezaba y terminaba, y que en...

Mas vale tarde que nunca...: REGRESO A KRYPTON.


Cada tanto me gusta recordar y recomendar un comic de 24 páginas que se sostenía a sí mismo, una historia que empezaba y terminaba, y que en hoy aparentes tan pocas páginas nos contaba una historia redonda sin la necesidad de tener que acumular un kilo de cómics para completarla. Sin duda signo de otros tiempos que hoy los que peinamos canas recordamos con cariño.


Tal es el caso del Superman #18 de 1988 (Numero 45 para Zinco y también para Editorial Perfil) un cómic que continuaba directamente del famoso “Action comics #600” que Perfil editó parte en el #44 de la colección y en él “Grandes historias Vol 2 #1 y Zinco salvo por imprimir la aventura de Wonder Woman y Superman en el Olimpo en el #44, ignoró olímpicamente, emitiendo solo un resumen en el interior de contratapa del #45.


En una parte de este especial, Superman cae rendido de la nada y se refugia en una cueva débil con alucinaciones hasta que es socorrido por el Hombre y la mujer halcón llegando a la conclusión de que finalmente la radiación de la explosión del planeta Kryptón ha alcanzado la tierra después de tantos años ya que la nave de Kal-El viajó más rápido de la velocidad de la luz hasta que llegó a la tierra, adelantándose así a la radiación y la luz del extinto planeta.


Aprovechando que los dos alados paladines de Thanagar tienen una nave espacial para recorrer el cosmos, Superman junto a ellos viaja hasta donde estaba Krypton para ver lo que quedó de su mundo y para su sorpresa (y la nuestra) de lejos el planeta parece entero, aunque en realidad millones de fragmentos de Kryptonita están todavía atrapados en la gravedad donde estaba el mundo de Superman.



Kal-El con un traje modificado de los Thanagarianos para protegerlo temporalmente de la radiación mortal, literalmente se zambulle en el “mar de Kryptonita” regresando así de alguna forma al mundo que jamás pisó pero si recuerda gracias a la impresiones que le dejara el holograma de Jor-El.


De aquí en más la historia nos lleva a un “Wat Iff?”, un hermoso: “Qué pasaría si Jor-El habría encontrado la forma de salvar el pueblo de Krypton”, Ya que Superman afiebrado por la radiación no mortal que llega a penetrar el traje sueña de alguna forma con un Jor-El que llega a la tierra con su pueblo y como pese a su negativa los Kryptonianos van modificando la vida en el planeta y los terrestres comienzan una revuelta contra ellos, ya que estos han modificado y alterado el modo y desarrollo natural de la raza humana.



Un delirio al que dejaría perturbado a Kal-El después de ser rescatado por la pareja Thanagariana y lo haría reflexionar sobre el significado de ser verdaderamente el último hijo de Krypton. Así Byrne nos mete, nostalgia, poesía y hasta física en una historieta que bien podría ser el epilogo de la miniserie “el mundo de Krypton” que el mismo Byrne crearía con Mignola que también dibuja este número zarpadamente con su inigualable estilo.


Solo en 24 páginas amigos, una verdadera maravilla que hoy cuesta horrores encontrar en los cómics de esta misma editorial, una de mis lecturas preferidas de aquel "Superman de Byrne" al que siempre de alguna forma estamos extrañando y volviendo a visitar.




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