Cayetano Santos Godino vivió en Argentina entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, se ganó el apodo de “Petiso orejudo” y se lo conoc...

Petiso asesino: “Cayetano”

Cayetano Santos Godino vivió en Argentina entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, se ganó el apodo de “Petiso orejudo” y se lo conoce como el primer asesino serial registrado en la historia argentina. Su familia migró de Italia en 1888 y se asentaron en las cercanías de Almagro donde su padre, Fiore, trabajaba de farolero. Fiore era un hombre alcohólico y golpeador que contrajo sífilis antes del nacimiento de Cayetano en 1896. El niño nació enfermizo y, a pesar de ser pequeño, tenía desproporcionadas algunas partes del cuerpo. Desde pequeño sufrió las golpizas de su padre y su hermano mayor, las que fueron dando forma a su personalidad, una personalidad rebelde, agresiva e incorregible. Pasó por varias escuelas, pero invariablemente fue expulsado de las mismas por su comportamiento. A los siete años realizó su primer intento de asesinato, cuando llevó a un baldío a un niño de solo dos años y lo molió a golpes. Un policía intervino evitando el desenlace fatal. Este sería el puntapié inicial que desembocaría en maltrato animal, piromanía, siete intentos de homicidio y cuatro niños asesinados. En algún momento y aun siendo menor, los padres lo llevan a la comisaría para que lo dejen encerrado e intentar moderar así su comportamiento… Luego de tres meses vuelve al hogar paterno sin cambios… Más tarde estuvo en la colonia de menores de Marcos Paz, en la que permanece encerrado por tres años y donde recibió un mínimo de educación que le permitió leer y escribir rudimentariamente. Pero el maltrato recibido en este lugar intensifica su alienación y vuelve a las calles aún más agresivo… Estamos en 1912 y Cayetano tiene 16 años… Se tiene registró de que incendió al menos siete edificaciones, alegando que le gustaba ver el accionar de los bomberos y como estos caían en las llamas.




En diciembre de ese año, y con la promesa de caramelos, se lleva con él a un niño de tres años a la Quinta Moreno e intenta asfixiarlo con el cordón con que se sujetaba el pantalón. Como el niño resistía, lo ata de pies y manos e intenta asfixiarlo nuevamente. Para no demorarse, deja al pequeño moribundo y se aleja para buscar alguna herramienta con que dar fin al niño. En la búsqueda, se cruza con el padre de la criatura quien le pregunta si lo vio, pero Cayetano niega y le recomienda que se acerque a la comisaría. Finalmente encuentra un clavo largo, vuelve junto al niño y se lo clava en la sien… Esa misma noche lo velan y Cayetano asiste para ver si aún conservaba el clavo. Este crimen fue el que permitió incriminarlo, allanaron su domicilio y encontraron restos de la cuerda en sus bolsillos. Lo recluyeron en un hospital psiquiátrico, donde agredió a otros pacientes y tuvo varios intentos de fuga. Más tarde y por considerarlo incurable, lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de Las Heras. Diaz años más tarde, en 1923, fue trasladado al Penal de Ushuaia, conocida como “La cárcel del fin del mundo”, donde estuvo encerrado hasta su muerte en 1944. Las causas de su muerte no están esclarecidas, se supone que fue por una hemorragia interna masiva, algunos suponen que fue a raíz de una feroz golpiza recibida por parte de otros internos…

Todos lo profesionales que lo trataron coincidían en que no tuvo formación afectiva, no sentía remordimientos, padecía imbecilidad y no era responsable de sus actos…




Luciano Saracino y Nicolás Brondo había hablado en reiteradas oportunidades en llevar esta historia a las viñetas e incluso esbozaron las primeras páginas, pero la concreción se demoró algunos años, hasta que en 2015 y a causa del fallecimiento de un amigo en común, encontraron el espacio para terminarla, canalizando el dolor y frustración que sentían.

Saracino es un hábil guionista con una sensibilidad especial para encarar sus proyectos, suele alejarse de los lugares comunes e incluso de los caminos más fáciles para obtener réditos. En esta oportunidad no se centra en los asesinatos incitando el morbo en el lector, con la atracción que eso conllevaría, sino que intenta reconstruir los caminos que llevaron a Cayetano a convertirse en un monstruo. No para justificar su accionar, sino para intentar comprender un poco mejor los misteriosos mecanismos a los que responde el alma humana y a los extremos que se puede llegar, a veces incluso, con alarmante facilidad.




Y Brondo hace un extraordinario trabajo con los climas y las expresiones, creando opresión, ahogo, violencia, horror, sugiriendo algunas situaciones y con unas puestas en página perfectas, con repeticiones de viñetas utilizadas con notable precisión. La reconstrucción de época, tanto en los escenarios como en los vestuarios, es excelente. No soy un experto en la materia, pero tienen la suficiente documentación del período histórico como para que todo se vea plausible, para que nada desentone. Emplea algunos recursos para mostrar la frustración o locura de Cayetano que calzan perfecto y, si bien trabaja en un registro realista, lo relaja cuando resulta necesario para enfatizar cierta expresiones o emociones.

Ambos hacen una acertada elección de los pasajes a mostrar de la corta vida de Cayetano y el orden en que ubicarlos, para que la lectura sea tan atrapante como desesperante y terminen redondeando una Historieta excelente.

En 2016 se publicó una versión reducida de esta Historieta en el número 119 del segundo volumen de Fierro y, finalmente, se publicó de forma completa de la mano de Comic.ar Ediciones en 2019.

La tristemente célebre leyenda de Cayetano tuvo varias adaptaciones en distintos medios (Después de leer esta Historieta leí varios artículos relacionados y vi la peli “El niño de barro” -de Jorge Algora, 2007- que se toma varias libertades, por cierto), pero el trabaja de Saracino y Brondo se erige como la mejor de todas y lo recomendamos ampliamente.

 


 
 

 “Sí, señor. De rabia. Lloraba de rabia cuando se me escapaba algún nenito.”

0 coment�rios: