El anual #3 del título Robin, editado en 1994 con guion del prolífico Chuck Dixon (Batman, Moon Knight, Winter World, Punisher, Conan, etc) ...

“Robin Annual #3”

El anual #3 del título Robin, editado en 1994 con guion del prolífico Chuck Dixon (Batman, Moon Knight, Winter World, Punisher, Conan, etc) y dibujos del Maestro Enrique Villagrán (Nippur de Lagash, Argón el justiciero, Conan, Kayán, Los Aventureros, Fantastic Four, etc).

En esta historieta la mitología de Batman & Robin se ve trasladada al Japón feudal. Batman es un Samurái al servicio del Lord Hideyori y Sensei de Robin.
La historia comienza con Batman enfrentando a un pequeño ejército de samuráis quienes portaban la marca de “La Serpiente y la Rosa” y que, al saberse superados en combate de espadas, emplean contra el murciélago flechas y armas de fuego. Robin llega demasiado tarde a la batalla, los pocos enemigos que quedaban vivos se habían dado a la fuga y en el suelo yacía la mayor parte de ellos junto con el ensangrentado cuerpo de un moribundo Batman. Con sus últimas fuerzas le dice a Robin que quienes le dieron muerte son una fuerza al servicio del Shogun y enemigos de su amo. Le hace jurar que no derramará una sola gota de sangre buscando vengar su muerte, que toda su energía deberá concentrarla en proteger y servir a su amo. Por último, le pide que le entregue un pergamino a Lord Hideyori, el cual permanece oculto en la cueva que les servía de base.
Lord Hideyori se encuentra recluido en su castillo ciudad, y tras sus muros se encuentra la última resistencia entre el Shogun y el dominio de todo Japón. Robin debe llegar hasta esa ciudad ubicada en Osaka eludiendo el ejército enemigo, para entregar el pergamino a su amo.
En el camino lo asolarán los recuerdos y las constantes dudas sobre su origen, el cual era conocido por su Sensei aunque nunca accedió a revelárselo. Se enfrentará a un clan de ninjas vestidos con trajes de gato, liderados por una mujer (Variación de Catwoman), quien finalmente encuentra en Robin un aliado.



Al llegar al castillo, ve como un enorme ejército intenta derribar las puertas y superar los muros para dar fin a Lord Hideyori. La guerra está entablada. Sigilosamente penetra en el castillo y logra presentarse ante su amo para entregar el pergamino. Al caer la noche las hostilidades cesan y Robin es alojado en una alcoba. Sin embargo, un grupo de ninjas accede al castillo buscando matar a Hideyori. Robin los escucha y entabla con ellos una batalla que se traslada a los techos del castillo. Es asistido por Catwoman, quien sin la máscara era una de las damas que servían a su amo.
El resto del ejército enemigo reemprende la ofensiva con cañones y logran derribar las puertas. Mientras todo se incendia, Robin va en busca de su amo para intentar salvarlo, pero su presencia enfurece al joven Lord. Este le revela que son hermanos y que él ha querido matarlo desde el fallecimiento de su padre, cuando Robin tenía apenas un año. Por respeto a la madre de ambos, solicito a Batman que se lo lleve y le de muerte en la distancia. El murciélago no cumplió la orden, aunque siguió trabajando para su amo al tiempo que apadrino al pequeño. Enojado por la desobediencia de su Samurái, mando a los ninjas de “La Serpiente y la Rosa” para que den muerte a ambos.




El pergamino entregado contenía la última voluntad de Batman. Rogaba a su amo que reconsidere su postura y acepte a Robin como hermano para gobernar juntos. Lord Hideyori, en un ataque de furia, intenta matar a Robin al tiempo que maldice al murciélago, pero este, colmado por el dolor, da muerte a su amo… Con esta acción se ha deshonrado por partida doble, matando a su amo y rompiendo la promesa que le hiciera a su Sensei… El único camino que el queda es el Seppuku (Suicidio que busca recuperar con honor)
En líneas generales, Dixon siempre cumple y esta no es la excepción. La historia está muy bien contada y es un acierto no buscar adaptar todos los personajes y características del universo de Batman al Japón Feudal. Un Gordon ninja, una Batcorcel o un Joker Shogun hubieran estado cerca del ridículo. En cambio, solo tomó los distintivos del murciélago, el petirrojo y la gata para contar una historia que no guarda ninguna relación con la canónica, por lo que todo está por descubrir, muy bien escrita y entretenida de leer.
Por su parte, el arte de Villagrán está en un punto muy alto. La recreación del Japón, la arquitectura, las armaduras Samuráis, las armas, los trajes ninjas todo está excelentemente logrado. Los diseños de los personajes son acertados y logra un buen balance entre lo tradicional y la adaptación que requiere la historia. El dibujo es fluido y dinámico, generando los climas adecuados para cada escena y utilizando las viñetas de manera variada pero siempre funcional a la historia que se relata.
No es una obra maestra, pero es una buena historieta que reúne a dos artistas en un gran momento de sus carreras. No conozco ninguna edición es español de este material, por lo que hay que recurrir a la edición original…






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