Generalmente la industria de historietas propone un marco
restrictivo para los creadores y esto sucede con cualquier personaje
establecido, así sea Astérix o Superman. Y además de la industria, el formato
también reduce o cerca las posibilidades. El comicbook mensual de 24 páginas
solía ser un desafío porque algo tenía que suceder en la entrega del mes, había
que tender lazos para los próximos capítulos y hacerse cargo de lo que venía
pasando. Esto ya casi no sucede porque se escribe pensando en la posterior
recopilación en libro, por lo que ahora tienen permitido hacer números
intrascendentes en su individualidad. Esto era inconcebible tiempo atrás donde,
además de lo mencionado, los historietistas también debían considerar al lector
ocasional, por lo que cada número tenía que contar algo autocontenido… Sin
embargo, esto también era una exigencia que forzaba, exprimía la creatividad
gracias a la cual tuvimos grandes Historietas en solo 24 páginas. El “Abrazame”
de Neil Gaiman y Dave McKean en Hellblazer, el “Día de mudanza” de Giffen,
DeMatteis y Maguire en la JLI, “La lección de anatomía” de Alan Moore y Stephen
Bissette en Swamp Thing, el ¿Quién es Donna Troy? De Wolfman & Pérez en los
Titanes, el “This man, this Monster” de Lee & Kirby en Fantastic Four y
podríamos pasarnos un buen rato citando más ejemplos. Todo esto para decir que
recientemente leí un numerito suelto del “Punisher War Journal” que, si bien no
está a la altura de los mencionados ni de las mejores historias que recuerden
de 24 páginas, disfruté mucho y solo exige que el lector sepa quién es Punisher
para poder meterse en la historia…
Frank Castle va a las Filipinas en un ferry como pasajero y,
antes de llegar a destino, la embarcación es asaltada por piratas. Abordan con
violencia y empiezan a robar, mientras Frank quiere mantenerse al margen. Sin
embargo, otro pasajero llamado Virgilao interviene y termina en el mar a punto
de ser devorado por tiburones. Punisher no puede permitir que eso suceda y,
cuchillo en mano, se lanza a rescatarlo. La llegada de lanchas de la policía
ahuyenta a los piratas por lo que Frank y su nuevo amigo llegan a las Filipinas
sanos y salvos. Castle se había tomado unos días libres para ir a ver a visitar
a David Keeton, un antiguo camarada de guerra que encontró el amor en una mujer
llamada María, desertó del ejército y se asentó en Filipinas. Pero, cuando
llega a la casa de David, su mujer lo pone al corriente de la situación. Keeton
ha sido secuestrado por los piratas, lleva meses desaparecido y, como nunca
apareció su cadáver, mantiene la esperanza de que aún se encuentre con vida.
Frank promete rescatarlo o vengarlo acabando con los piratas y Vigilao, al
sentirse en deuda porque lo salvó de los tiburones, le ofrece su ayuda. Suben a
un barco, se lanzan al mar ofreciéndose como carnada y rápidamente son
abordados por los piratas que secuestran al filipino y se lo llevan. Punisher
los sigue de lejos hasta encontrar el recoveco de la costa en donde tiene su
guarida los piratas. Allí ve que tienen a muchos prisioneros a los que torturan
y piensan matar ahogándolos. Aguarda hasta la noche, roba una lancha y lanza un
ataque con granadas, balas y mucha violencia que toma por sorpresa a los piratas
y ve reduciendo su número rápidamente. Rescata a Virgilao, que lo asiste en la
batalla, y a los rehenes entre los que no encuentra a David. Sigue recorriendo
la isla en busca de su amigo y, cuando da con él, descubre que es uno más de
los piratas… Antes de volver a María con la noticia de la muerte de su marido,
deja a David herido en el mar a merced de los tiburones… Punisher es
intransigente!
Carl Potts seguía a cargo de los guiones de esta colección,
la que había comenzado un poco más de un
año atrás junto a Jim Lee, y mantiene un buen nivel. La historia no es una
locura de originalidad ni la octava maravilla (Del noveno arte), pero es
sólida, está bien contada y tiene ese giro inesperado al final que sorprende. Usa
flashbacks de manera concisa para establecer la relación entre Frank y David y
solo desperdicia una página para tender redes a lo que vendrá en próximas
entregas. Ya había mezclado a Punisher con otros héroes (Wolverine, Daredevil,
Black Widow, Spiderman), ya lo había mezclado con dinosaurios (Les juro que es
verdad!), ya había resuelto asuntos pendientes, ya se había enfrentado a otros
soldados y ya había rememorado su tiempo en las fuerzas armadas entre otras
cosas. Acá se da el gusto de mezclarlo con piratas modernos, y hacer que Punisher
tenga su propia lancha con bandera pirata incluida, cuya calavera es el clásico
símbolo de Punisher…
Lo acompaña Todd Smith en dibujos que cumple sin descollar
en ningún momento. Un estilo clásico, contenido, ordenado, con poca variación
en los diseños, sin espectacularidad incluso cunando hace splash pages, pero
que tiene la claridad suficiente en su narrativa como para no entorpecer la
historia ni desviar la atención hacia otra parte. Tiene la ventaja de contar
con la experiencia de Tony DeZuñiga, quien se hace cargo de las tintas en esta
entrega.
El número, que leímos en su versión de Cómics Forum, se
complementa con una breve entrega de “El arsenal de Punisher” dedicado al
revolver plástico Glock-19 y está engalanado con una excelente portada de Tom
Morgan. ¿Qué más se puede pedir en 24 páginas?
“Es hora de purgar tus pecados.”
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