En 1977 se estrena la película “Star Wars”, escrita y
dirigida por George Lucas y, a partir de ahí se desata en el país del norte una
locura con la ciencia ficción y el merchandising relacionado al film. La
empresa Kenner saca la línea de juguetes, playsets y vehículos juntando dinero
por millones… (Para más info, ver el capítulo de “The toys that made us”
dedicado a estos chiches). Sin embargo, si bien el fanatismo por el sci-fi
había atravesado a niños de todas las clases sociales, no todos podían comprar
los juguetes oficiales. Entonces, la empresa Tim-Mee Toys saca a la venta una
colección de ocho figuras y una nave espacial del tamaño de los clásicos
“soldaditos de plástico”, que se vendían todos juntos en una bolsita y eran muy
baratos. Estos juguetes se conocían como “Star Patrol” o “Galaxy Team Lazer” y
siguen en producción hasta el día de hoy. Estos juguetes genéricos traían un
alien tipo tortuga, otro similar a un mono, un robotito, una oficial con
computadora, 3 astronautas y una suerte de capitán con espada en mano y ninguno
tenía nombre (Aunque se volvieron objetos de colección con su propio fandom, el
que con el tiempo los bautizó).
Lo cierto es que el fanatismo por la ciencia ficción también
llegó a nuestros pagos y, por aquel entonces, la revista “Anteojito” de Manuel
García Ferré comenzó a incluir pequeños juguetes de regalo relacionados con la
temática en cada entrega semanal. Para las primeras colecciones no había
Historietas relacionadas, pero eso cambió con “Encuentros cercanos de cualquier
tipo”. Una colección de seis extraterrestres que se entregaban cada semana
acompañados de un suplemento de Historietas que narraban sus aventuras. Habrán
obtenido buenos resultados porque al poco tiempo García Ferré adquiere los
permisos para producir a nivel local a los “Galaxy Team Lazer” y lanzarlos en
la revista. Como había funcionado bien recientemente, también quiso darles
trasfondo a estos personajes con una Historieta, para lo que convoca al
guionista Alberto Heredia y al dibujante Franz Guzmán para que den forma a la
idea. La dupla comienza a trabajar y bautizan a los personajes, así nace Delta,
la capitana de la nave, los astonautas Urka, Torio, Inti y Manú, quienes tenían
a su disposición la nave “Centella Cósmica” (La que curiosamente tiene cuatro
alas en forma de “X”), el robot Katio, y dos razas alienígenas, los Quelonios y
los Simiolos.
Parte de la población se asienta en Ekatón, pero el
planetoide es arrastrado por la estela de un cometa y se pierde en las
profundidades del espacio. Los Hyperianos pasan generaciones vivendo en las
cuevas, hasta que la superficie vuelve a ser habitable. Emergen, aprenden de
los errores del pasado y, con el pasar de los años, generan sociedades
pacíficas que avanzan rápidamente en lo tecnológico. Buscan entonces establecer
contacto con sus hermanos de Ekatón, pero no había forma de hallarlos. Sin
embargo, un viejo sabio con poderes telepáticos logró captar un mensaje mental
de los descendientes de la camada original de Ekatón. Estos avisaban de un
terrible peligro que se cernía sobre ellos y pasaban su localización exacta.
Los Hyperianos forman un escuadrón liderado por la bella capitana Delta, que
partirá hacia el cosmos en busca de Ekatón. Como los separan muchos años luz de
distancia, viajarán en animación suspendida y el viaje será guiado por Katio.
Aunque el mensaje recibido de Ekatón reclamaba ser tratado con urgencia, el
viaje les iba a llevar muchos años. Sin embargo, se sentían en la obligación de
acudir e intentar asistirlos… Parte entonces la nave con la tripulación dormida
y Katio al mando.
Mucho tiempo después llegan a Ekatón y es Delta la primera
en despertarse. Junto a Katio descienden en el planeta perdido y lo encuentran
poblado de “Quelonios” (Los aliens tipo tortugas...). Estos raptan a Delta, y
Katio vuelve rápido a la nave para despertar al resto de la tripulación,
aunque, para su sorpresa, la nave es atacada por la flota enemiga de los
Simiolos.
Consiguen repeler ese primer ataque y volver a Ekatón para
rescatar a Delta, donde descubren que los Quelonios son una raza esclavizada
por los Simiolos, que trabajan extrayendo minerales de los satélites que caen
en Ekatón. Además, encuentran un mensaje de los herederos de la población
original en el que indican que, a causa de la invasión de los Simiolos, se
exiliaron al tercer planeta de un sistema planetario cercano.
La tripulación Hyperiana deberá enfrentar a los Simiolos,
liberar a los Quelonios e intentar encontrar a los antiguos habitantes de
Ekatón…
La Historieta se extendió por cinco entregas semanales,
todas acompañadas por el juguete de uno de los protagonistas, y cumple con su
objetivo. En pocas páginas, Heredia cuenta toda la historia de Hyperion y, a
partir de la segunda entrega comienza el viaje y la aventura. Si bien, leída
hoy puede resultar un poco predecible y con los personajes apenas desarrollados,
en su momento y con un público infantil como objetivo habrá sido muy
emocionante. Las páginas están repletas de naves espaciales, batallas,
explosiones, razas alienígenas, planetas extraños, astronautas, civilizaciones
desconocidas y todo sucede muy rápido, sin dar respiro. Y Franz Guzmán es quien
logra que toda esta aventura se vea bien en papel, a pesar del rudimentario
sistema de reproducción que utilizaba Anteojito para el suplemento de
Historieta. Originalmente, estas historias se publicaban en un inster con papel
de floja calidad, en blanco, negro, gris y distintos tonos de rojo y derivados.
No sé de donde habrá obtenido el material de reproducción Deux Books, pero se
nota una pérdida de definición en las páginas. Con todas estas contras, de
todos modos se nota la calidad gráfica de Guzmán y su habilidad para dotar de
vida y movilidad a las formas más extrañas como sucede con Katio, que parece
una estufa porque es un rectángulo con patas, o los quelonios que son un
círculo con patas. El resto, aunque logrado, es propio de su tiempo, con
diseños y puestas en páginas simples pero efectivas.
Muy buen rescate por parte de Deux Books que, si entrabas en
la preventa, sumaba al libro la recreación de una de las figuras. Yo fui
agraciado con Katio, el rectángulo con patas robot… Enhorabuena por ellos y por
más rescates de Historieta nacional!!!
“¡Es la antigua lengua de Hyperión! ¡Es de nuestros
antepasados!”
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