En alguna que otra oportunidad hemos comentado por acá lo mucho que disfrutamos de la obra de Pedro Mancini, lo decíamos por ejemplo, cuando hicimos una salutación con motivo de su cumpleaños (Y que dejamos en este link: https://www.facebook.com/Historiasenvinetas/posts/383146138972927). Lo cierto es que hace unos años nos acercamos por casualidad a sus historietas y, en un primer momento, no entendíamos bien de que iba la cosa. El dibujo estaba bueno, se notaba que algo se estaba contando, pero no llegábamos a completar los huecos que dejaba librados al lector…
Como somos muy curiosos, nos pusimos a seguir al autor en
sus redes, buscar entrevistas y notas sobre él para intentar ver que nos estaba
faltando para entrar del todo en el mundo que proponía, y descubrimos que en
muchas de las obras en las que es autor integral (Porque también dibujar
guiones ajenos), hace constantes referencias a su biografía, sus gustos, su
infancia y su forma de sociabilizar, mejor dicho, su incapacidad para
sociabilizar como un ser humano normal. No realiza historietas autobiográficas,
no está contando su vida al detalle y de forma fidedigna, pero si hace mucha
auto referencia en sus obras y, al conocer un poco más al autor, se entiende
mejor lo que está contando desde sus viñetas.
En esta tesitura, creó su avatar personal al que bautizó
como “Alien triste” y comenzó a realizar tiras en las que contaba las
desventuras del pobre alienígena alienado. A medida que las realizaba, las iba publicando
en fanzines o en la web, hasta que se juntaron varias y fueron recopiladas en
un coqueto tomo por Hotel de las Ideas.
Alien triste, cuyo nombre es Luis, es un tipo callado,
solitario, que nunca tiene guita, que le gusta el rock pero no le alcanza para
la entrada de ningún recital, que se la pasa en terapia sin resolver nada, que
no sabe como hablarle a las mujeres, que se ilusiona fácil y se desilusiona
rápido, que no encaja en ningún lado, que se la pasa sufriendo la penosa vida
del dibujante ignoto, que se aguanta que lo acusen de chorear a Moebius, que
intenta sobrevivir al conurbano, que le gusta tocar la batería, que ama a
He-Man, Thundercats y Mazinger por su infancia, que fracasa en sus relaciones
sentimentales, que vive inundado de tristeza, que tiene problemas con alcohol y
estupefacientes y para el que cualquier paso en la vida representa un nuevo
problema, ya sea una fecha de entrega, una mudanza o un viaje.
A pesar de que Alien vive penando, Mancini no busca dar
lástima, sino que hace una exageración de las situaciones que él mismo
atraviesa, revistiéndolas con mucho humor. Generalmente no es el clásico chiste
con remate, sino que la gracia viene de la situación y como se mueve en ella el
Alien triste. Si va a un recital la multitud lo aplasta, si sale con amigos
aburre a todos, si ve a la chica que le gusta no puede hablarle, si lo invitan
a una convención lo cancelan al último minuto, se duerme dando clases, no lo
elijen en ningún equipo para el picado de futbol, si atiende un stand de
historietas no sabe cómo vender, etc…
Y por supuesto, hay una enorme cantidad de tiras completamente ficcionales en las que el Alien se puede encontrar con Snoopy o Batman, puede reunirse con personajes imaginarios o cabalgar lauchas gigantes.
Todo esto revestido por el imaginario de Mancini con
tentáculos por todos lados, monstruos, esferas y peces flotantes, orugas
gigantes y demás alucinaciones. Con un buen dibujo, que de verdad, y a pesar
del autor evidentemente, recuerda el trazo de Moebius, y con el que crea un
mundo fascinante y atrapante que recomendamos con fervor.
“Boludo, metele una peleíta. Pará de joder con que está
triste, si es todo chamuyo.”
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